En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló. La gente decía admirada: «Nunca se ha visto en Israel cosa igual». En cambio, los fariseos decían: «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios». Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». Entonces dice a sus discípulos: «La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».

Sufrimiento

Hola Jesús,

Hoy leyendo este Evangelio me ha llamado mucho la atención una sola frase: _* Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, «como ovejas que no tienen pastor». _*

Me ha llamado la atención porque me he imaginado cómo te debías compadecer de ellos y como, con el corazón llorando, dijiste: “son como ovejas que no tienen pastor”.

Sufrías por los tuyos hace 2.000 años y hoy sigues sufriendo por cada uno de la humanidad cuando estamos alejados de ti, tenemos alguna enfermedad o problema, estamos perdidos o no amamos. Tú sigues sufriendo cada día. Y eso te duele.

Por eso Jesús, hazme muy consciente de que yo puedo aliviarte tu dolor siendo apoyo para todos aquellos que sufren. Quiero aliviarte amando a los más sufrientes. Pero para eso, primero tendré que conocer los corazones de la gente y descubrir por qué sufren. Dame tu sensibilidad para adentrarme en el corazón de cada uno de mis amigos y saber por qué sufren para así encárgame de aliviar sus corazones.

Hay mucho sufrimiento en el mundo. Mucho sufrimiento silencioso y escondido bajo muchas caretas. Yo Jesús, quiero trabajar por ti: La mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies

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