Mc 10, 28-31 • Recibiréis en este tiempo cien veces más, con persecuciones, y en la edad futura, vida eterna.

En aquel tiempo, Pedro se puso a decir a Jesús:
«Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido».
Jesús dijo:
«En verdad os digo que no hay nadie que haya dejado casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, que no reciba ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones- y en la edad futura, vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros».

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Tus palabras me hacen pensar en mi propio sacrificio, en todo lo que dejé atrás por seguirte. Pedro ha dicho en voz alta lo que pensamos todos. Dejé mi casa, mi familia, mi vida pasada. Me lancé al vacío por la fe que despertaste en mi corazón.

Cierras los ojos un segundo, como si entrases a mirar en tu corazón. Una pausa en la que pasan mil cosas por la cabeza de todos. Pedro se ha puesto tenso.
Yo también.
Entonces hablas, y tus palabras me llenan de esperanza. Cien veces más, la vida eterna, como si fuera poco. Señor, ¡me maravilla tu promesa!

Pienso en lo que he dejado, en la vida que podría haber tenido si no te hubiera seguido. Entonces miro a mi alrededor, veo a mis hermanos y hermanas en la fe, a quienes considero mi nueva familia. Veo los momentos de alegría y comunión que hemos compartido, y siento que he ganado mucho más de lo que entregué.

Sin embargo, no puedo ignorar la parte de las persecuciones. A veces tengo miedo de lo que nos pueda deparar el futuro... pero escucharte, Jesús, me da paz. Me recuerda que no vamos solos.
Saber que Tú también enfrentaste oposición me da fuerzas. Si Tú, el Hijo de Dios, enfrentaste desafíos, sé que yo también los sabré enfrentar.
Pero solo si es contigo.

"Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos primeros". Solo por ti, Jesús. Dame la gracia de poder ser el último, de entregarme, de poder ir vacío en este camino, porque, como Tú prometes, Jesús, al que te entrega le devuelves cien veces más. Y gracias, Jesús, porque ya comienzo a vivirlo.

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