En aquel tiempo, Jesús dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle: «Explícanos la parábola de la cizaña en el campo». Él les contestó: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el final de los tiempos y los segadores los ángeles. Lo mismo que se arranca la cizaña y se echa al fuego, así será al final de los tiempos: el Hijo del hombre enviará a sus ángeles y arrancarán de su reino todos los escándalos y a todos los que obran iniquidad, y los arrojarán al horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga».


La cosecha es al final de los tiempos

Hola Jesús,

Hoy, un Evangelio bastante duro. Nos hablas de la posibilidad que existe de hacer el mal: la cizaña son los partidarios del Maligno. Es así. Tú no quieres que sea así, pero te arriesgarte al darte libertad y poder malgastar nuestra vida. Te duele pero sin libertad no habría vida.

Pero dentro de este Evangelio, también hay palabras esperanzadoras: la cosecha es el final de los tiempos. ¿Qué nos quieres decir Jesús? Creo que lo que nos quieres decir es que nunca es tarde para volver a comenzar. Que quieres que siempre vivamos el ahora y que uno puede siempre volver al camino del amor. Siempre podemos volver hasta el último suspiro de nuestra vida.

Por eso Jesús, hoy te pido que, cada día, antes de irme a dormir me pregunte si estoy amando y aprovechando la vida.

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