Escuchar "Martes, 25 de junio 2024"
Síntesis del Episodio
Mt 7, 6.12-14 • Lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo con ellos.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».
----------------------
Hoy has dicho cosas muy extrañas, Maestro. Antes de dormir las repaso, pero no sé si el sueño me jugará una mala pasada.
Dices que no demos lo santo a los perros, que no demos perlas a los cerdos, pero, ¿quién haría eso?
Mi tío tenía una piara de cerdos y jamás le dio perlas. Les daba sobras, restos, lo último de lo último.
Pero si pienso, quizás no vaya esto sobre los cerdos si no sobre lo santo.
Lo santo.
Que tendría yo santo en mi posesión. Todo lo que tengo es tuyo.
Mi vida es tuya, incluso.
Y si viene de tu Padre, sí, maestro, tal vez mi vida sea en realidad lo más santo que tengo.
¿Y qué hago con ella?
Antes la daba a mi trabajo, a la expectativas de mi madre de encontrar pronto familia y descendencia, al círculo de la sinagoga. La entregada a "lo que debía ser", quizás.
Me has liberado de eso. Mi vida ha vuelto a mis manos. Mi vida no ha sido robada por un mundo que me dice que puedo vivir sin Ti.
Porque ahora vivo a tu lado y descubro que nunca hubiera podido. Sin Ti no era vida. Contigo lo santo esta en todo. Me lo descubres en todo.
Y ahora, con mi vida en manos, con el corazón lleno de tus santas palabras, de tu santo amor, de tu misma vida...
¿a quién se la doy? ¿A quien sí le daría lo santo?
No se me ocurre opción más acertada que devolvértelo a Ti, maestro.
Llevarla al Padre. Devolver el amor a quien lo supo entregar y lo sabe cuidar.
Me dices que haga en los demás lo que deseo en mi. Dijiste, hace unos días, que quién le hacía algo a un pequeño también a Ti te lo hacía.
¿Darla a los demás también es dársela a tu Padre?
Lo que resuena en mi corazón es una idea nueva, que no dices directamente pero creo que lo muestras en todo lo que nos enseñas haciendo.
Lo que no puedo, lo que no quiero hacer con mi vida...
es quedármela para mi.
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«No deis lo santo a los perros, ni les echéis vuestras perlas a los cerdos; no sea que las pisoteen con sus patas y después se revuelvan para destrozaros.
Así, pues, todo lo que deseáis que los demás hagan con vosotros, hacedlo vosotros con ellos; pues esta es la Ley y los Profetas.
Entrad por la puerta estrecha. Porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos entran por ellos.
¡Qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y pocos dan con ellos».
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Hoy has dicho cosas muy extrañas, Maestro. Antes de dormir las repaso, pero no sé si el sueño me jugará una mala pasada.
Dices que no demos lo santo a los perros, que no demos perlas a los cerdos, pero, ¿quién haría eso?
Mi tío tenía una piara de cerdos y jamás le dio perlas. Les daba sobras, restos, lo último de lo último.
Pero si pienso, quizás no vaya esto sobre los cerdos si no sobre lo santo.
Lo santo.
Que tendría yo santo en mi posesión. Todo lo que tengo es tuyo.
Mi vida es tuya, incluso.
Y si viene de tu Padre, sí, maestro, tal vez mi vida sea en realidad lo más santo que tengo.
¿Y qué hago con ella?
Antes la daba a mi trabajo, a la expectativas de mi madre de encontrar pronto familia y descendencia, al círculo de la sinagoga. La entregada a "lo que debía ser", quizás.
Me has liberado de eso. Mi vida ha vuelto a mis manos. Mi vida no ha sido robada por un mundo que me dice que puedo vivir sin Ti.
Porque ahora vivo a tu lado y descubro que nunca hubiera podido. Sin Ti no era vida. Contigo lo santo esta en todo. Me lo descubres en todo.
Y ahora, con mi vida en manos, con el corazón lleno de tus santas palabras, de tu santo amor, de tu misma vida...
¿a quién se la doy? ¿A quien sí le daría lo santo?
No se me ocurre opción más acertada que devolvértelo a Ti, maestro.
Llevarla al Padre. Devolver el amor a quien lo supo entregar y lo sabe cuidar.
Me dices que haga en los demás lo que deseo en mi. Dijiste, hace unos días, que quién le hacía algo a un pequeño también a Ti te lo hacía.
¿Darla a los demás también es dársela a tu Padre?
Lo que resuena en mi corazón es una idea nueva, que no dices directamente pero creo que lo muestras en todo lo que nos enseñas haciendo.
Lo que no puedo, lo que no quiero hacer con mi vida...
es quedármela para mi.
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