Martes, 2 de julio de 2024

02/07/2024 4 min
Martes, 2 de julio de 2024

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Síntesis del Episodio

Mt 8, 23-27 • Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma.

En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dice:
«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al mar y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:
«¿Quién es este, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».

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Otro día más. Se va corriendo la voz y cada vez viene más gente. Hoy mismo estábamos el doble que hace sólo algunas semanas. Curaciones y milagros, uno tras otro. Horas y horas en las que lo imposible ha sucedido de forma regular. No deja de ser increíble y de fascinarme de alguna forma, pero noto también como me voy acostumbrando a esto.

Pareces agotado. Te lo noto en tus andares, en tus ojos, en tus gestos. Te alejas y te entiendo; necesitas estar a solas, tomar la barca y no estar disponible durante un rato. Te entiendo.

Pero nos llamas. Sólo a nosotros, los que nos hemos vuelto tus más cercanos. ¡Cómo no!
Te seguimos. A mí tampoco me vendría nada mal descansar, y más si es a tu lado.

Y te duermes. Mis hermanos manejan las velas, el timón, toda la logística, pero tú te duermes. Yo lo intento también, pero me descubro incapaz, dándole vueltas a todo: a ese fariseo que te insultó, a los números - ¿a cuánta más gente podemos recibir? -; a mi vida - ¿qué será de mí? ¿adónde me lleva este seguirte? -.

Miro tu rostro dormido. Yo te sigo, Señor, y me cuesta plantearme esto, pero, ¿realmente sabes lo que haces?

Sin darme cuenta, el cielo ha oscurecido: una gran tormenta, acorde con mi estado interior. Los discípulos están nerviosos. Han retrasado lo máximo que han podido este momento, pero no pueden más. Te despiertan.

Y tú la haces parar. Con una palabra.
Calma.
Paz.

¿Quién eres? Señor, te he visto hacer de todo, pero nunca dejarás de sorprenderme. Miro en mi interior. En mí también has establecido la paz. Es increíble. Gracias Señor. Ahora sí, me duermo en paz.