Escuchar "Martes, 12 de Enero de 2021"
Síntesis del Episodio
Marcos 1,21-28
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!» El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
¡Cállate y sal de él!
¡Cállate y sal de él! Me lo quiero imaginar. Quiero oír tu grito y tu ira. Debías estar muy enfadado. ¡Cállate y sal de él! Es un grito fruto del cansancio. Un grito del tipo que doy cuando llego cansado a casa, discuto por algo con mi hermano y le grito: ¡Para ya!
Noto como hoy me miras y con toda tu humanidad me gritas: ¡cállate y sal de él!. ¿Qué expresas con este grito?
Me viene a la cabeza que quieres que elimine mis ganas de control, mi gran egoísmo, mi pereza, mis críticas. Me viene a la cabeza que elimine todo lo malo de mi. ¿Pero realmente es eso lo que quiere tu grito?
Quizás no... Quizás quieres que elimine la concepción de una vez por todas de que me he de negar a mi mismo para llegar a ti. Quizás quieres que me acepte tal y como soy porque ahí radica mi belleza y mi originalidad.
Pues hoy Jesús te pido que me ame más. Que me mire al espejo y diga: “Ese soy yo”. No es egoísta. Amarme a mi mismo para poder salir de mí libremente. Entrar y salir. Ser amado y amar. Esa es la bipolaridad del amor. Independencia y necesidad. Autonomía y pertenencia.
Hoy me acepto. Me amo. Y amándome es cuando me doy cuenta de que para salir de mí y eliminar todo aquello que me esclaviza y entonces grito contigo muy fuerte: ¡CÁLLATE DE UNA VEZ Y SAL DE MÍ MALDITO! ¡QUE SALGAS DE MÍ! Con furia. Gimiendo para que me liberes.
¿Cómo me quieres? Cuando la mirada con que Dios me mira y la mirada sobre mí mismo coincidan estoy entrando en la perfección ¿Cómo me miras cuando no me despierto por la mañana al sonar la alarma? No con desaprobación. Te imagino sentando en una nube con mis amigos y familiares diciendo: “mirad como duerme. Ese es mi hijo”
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!» El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
¡Cállate y sal de él!
¡Cállate y sal de él! Me lo quiero imaginar. Quiero oír tu grito y tu ira. Debías estar muy enfadado. ¡Cállate y sal de él! Es un grito fruto del cansancio. Un grito del tipo que doy cuando llego cansado a casa, discuto por algo con mi hermano y le grito: ¡Para ya!
Noto como hoy me miras y con toda tu humanidad me gritas: ¡cállate y sal de él!. ¿Qué expresas con este grito?
Me viene a la cabeza que quieres que elimine mis ganas de control, mi gran egoísmo, mi pereza, mis críticas. Me viene a la cabeza que elimine todo lo malo de mi. ¿Pero realmente es eso lo que quiere tu grito?
Quizás no... Quizás quieres que elimine la concepción de una vez por todas de que me he de negar a mi mismo para llegar a ti. Quizás quieres que me acepte tal y como soy porque ahí radica mi belleza y mi originalidad.
Pues hoy Jesús te pido que me ame más. Que me mire al espejo y diga: “Ese soy yo”. No es egoísta. Amarme a mi mismo para poder salir de mí libremente. Entrar y salir. Ser amado y amar. Esa es la bipolaridad del amor. Independencia y necesidad. Autonomía y pertenencia.
Hoy me acepto. Me amo. Y amándome es cuando me doy cuenta de que para salir de mí y eliminar todo aquello que me esclaviza y entonces grito contigo muy fuerte: ¡CÁLLATE DE UNA VEZ Y SAL DE MÍ MALDITO! ¡QUE SALGAS DE MÍ! Con furia. Gimiendo para que me liberes.
¿Cómo me quieres? Cuando la mirada con que Dios me mira y la mirada sobre mí mismo coincidan estoy entrando en la perfección ¿Cómo me miras cuando no me despierto por la mañana al sonar la alarma? No con desaprobación. Te imagino sentando en una nube con mis amigos y familiares diciendo: “mirad como duerme. Ese es mi hijo”
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