En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos:

-Es inevitable que sucedan escándalos; pero ¡ay del que los provoca!

Al que escandaliza a uno de estos pequeños, más le valdría que le encajaran en el cuello una piedra de molino y lo arrojasen al mar.

Tened cuidado.

Si tu hermano te ofende, repréndelo; si se arrepiente, perdónalo; si te ofende siete veces en un día, y siete veces vuelve a decirte: «lo siento», lo perdonarás.

Los apóstoles le pidieron al Señor:

-Auméntanos la fe.

El Señor contestó:

-Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar», y os obedecería.

Jesús, tú has escandalizado a muchos, a muchísimos. Pero creo que no te refieres a esto. El tuyo no es un escándalo que rompe. El tuyo unifica...
Dame un momento.
Tu escándalo no permea en el corazón de tu Madre.
Tu escándalo no hace mella en José, en Marta, en María, en la Samaritana, en la mujer que toca tu manto, en Juan Bautista...
Tu escándalo no es escándalo para los niños. Es más, no es escándalo para ellos ni para todos los que comparten su inocencia.
¿A esto te refieres?
¿A tener un corazón de niño?
¿Por qué te empeñas en salvaguardar esa inocencia?¿No es mejor que vayan madurando?
¿No prefieres que puedan descubrirte en todo lo que hacen?
Pero no, no me estoy enterando.
El niño no divide.
El niño juega con libertad. Vive confiado. No para de asombrarse.
A esos niños quieres que no escandalicemos. A los que no juzgan, no critican, a los que disfrutan cuando su padre les lanza por los aires, a los que no temen porque van de la mano de su madre.
¿Ser cómo niños?
Sí, redescubrirme hijo. Voy a ello, pero antes quiero pedirte un favor:
Aumenta mi fe, revive mis sueños
Aumenta mi fe, que pueda volver a reír sin parar.
Aumenta mi fe, que llore confiado.
Aumenta mi fe, mi mirada anhela ser como la tuya.
Aumenta mi fe, que abrace el misterio.
Aumenta mi fe, no disipes mis dudas, tengo que saltar.
Aumenta mi fe, estás aquí.
Aumenta mi fe. El niño solo vive de ella.
No pregunta por las reglas del juego, por el colacao de la mañana, por la hora de acostarse...
Al niño le da igual el tiempo. Si llueve que llueva, saltará en los charcos.
Déjame ser como un niño. Aumenta mi fe.

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