Lunes, 8 de julio de 2024

09/07/2024 4 min
Lunes, 8 de julio de 2024

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Síntesis del Episodio

Mt 9, 18-26 • Mi hija acaba de morir, pero ven tú y vivirá.

En aquel tiempo, mientras Jesús hablaba, se acercó un jefe de los judíos que se arrodilló ante él y le dijo:
«Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, impón tu mano sobre ella y vivirá».
Jesús se levantó y lo siguió con sus discípulos.
Entre tanto, una mujer que sufría flujos de sangre desde hacía doce años, se le acercó por detrás y le tocó la orla del manto, pensando que con solo tocarle el manto se curaría.
Jesús se volvió y al verla le dijo:
«¡Ánimo, hija! Tu fe te ha salvado».
Y en aquel momento quedó curada la mujer.
Jesús llegó a casa de aquel jefe y, al ver a los flautistas y el alboroto de la gente, dijo:
«¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida».
Se reían de él.
Cuando echaron a la gente, entró él, cogió a la niña de la mano y ella se levantó.
La noticia se divulgó por toda aquella comarca.

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Toco el suelo. No se si me caigo yo sola, si me han empujado o si realmente me he tirado yo a propósito. Pero no podía dejar pasar la oportunidad.

Había oído hablar de Él. ¿Cómo no iba a hacerlo si últimamente nadie habla de otra cosa? Se llama Jesús y curaba a todo necesitado. No necesitaba saber más.
Tenía pensado cómo me acercaría a Él, había repasado mil veces en mi cabeza cómo sería estar frente a Él, qué le diría y qué le pediría.

Pero la realidad estaba siendo muy diferente. Un numeroso grupo de gente se agolpaba a su alrededor, gritando su nombre, hablándole todos a la vez…
Me estaba quedando atrás y la angustia se apodera de mi. ¿Iba a perder mi oportunidad?

Me abro paso agachada como puedo entre la gente, me empujan, me zarandean… ¡Ya casi puedo tocarle! ¡Con su manto me servirá! ¡Estoy segura! Alargo el brazo… y termino cayendo al suelo.

Y aquí estoy. Siento que se aleja pero algo en mí ha cambiado. Intento entender qué es, cuando todos a mi alrededor empiezan a apartarse. No comprendo qué sucede hasta que levanto la cabeza.

Y ahí está Él. Mirándome a mí.

Se agacha para ponerse a mi altura. Pensaba que iba a estar enfadado por haberme acercado de esa manera a Él… pero solo encuentro un rostro de bondad que se desborda.
Muchas caras y solo le miro a Él, mucho ruido y solo le escucho a Él.

“Ánimo”, me dice. Y me llama hija.

Si este tal Jesús me ha curado con tocar su manto… Estoy segura de que esto es tan solo el principio.