Escuchar "Lunes, 8 de Febrero de 2021"
Síntesis del Episodio
Marcos 6, 53-56
En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.
Gracias
Los que tocaban tu manto, quedaban sanos. Solo con tocar tu manto! De primeras, me da cierta envidia. Me sorprendo a mí mismo pensando: ¿te imaginas ser ciudadano de Genesaret en aquellos tiempos? ¿te imaginas estar en la plaza del pueblo y ver pasar al mismo Jesús, al mismo Dios hecho hombre? ¿Te imaginas poder entremezclarte entre la gente, extender el brazo, tocar su manto y quedar sanado de tus heridas?
Entonces Jesús, vuelvo a caer en la cuenta: vivo empanado. Soñar e imaginarse estas cosas está genial pero, a veces esto es infinitamente menor que lo que sucede en realidad.
Por eso te doy las gracias. Gracias por no ser ciudadano de Genesaret, ni tan si quiera del mundo. Porque estoy en el mundo pero no soy del mundo. Te doy las gracias porque soy ciudadano de tu Pueblo, del Pueblo de tu Padre. En ti, Jesús, soy rey, y tu Reino no tiene fronteras, no tiene límites, tu reino es Comunión, tu reino es el Cielo.
Gracias Jesús, porque aunque no te veo en ninguna plaza, puedo verte cada día en el Sagrario. Gracias porque no solo puedo tocar tu manto, no solo puedo tocarte a ti; sino que además el Padre, Tú y el Espíritu Santo vivís en mi. Gracias porque decidiste quedarte en un trozo de pan para que yo te pudiese recibir y así recibirme tu, porque cuando comulgo eres tú quien me comulgas a mi; gracias porque en cada comunión tú me sanas.
Gracias oh Santísima Trinidad por el Sacramento del Bautismo con el que me hiciste Templo tuyo, Templo donde inhabitas, me hiciste miembro de la Iglesia, parte de tu Cuerpo Jesús. Gracias oh Trinidad por la Eucaristía de la que me dejas participar y en la que puedo gozar ya de un anticipo de la vida eterna a la que me has llamado. Gracias oh Trinidad, porque efectivamente la realidad supera los sueños: miembro de tu Pueblo, miembro de tu Cuerpo, Jesús, y Templo donde inhabitas.
En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tocaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos lo reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaba los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza, y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.
Gracias
Los que tocaban tu manto, quedaban sanos. Solo con tocar tu manto! De primeras, me da cierta envidia. Me sorprendo a mí mismo pensando: ¿te imaginas ser ciudadano de Genesaret en aquellos tiempos? ¿te imaginas estar en la plaza del pueblo y ver pasar al mismo Jesús, al mismo Dios hecho hombre? ¿Te imaginas poder entremezclarte entre la gente, extender el brazo, tocar su manto y quedar sanado de tus heridas?
Entonces Jesús, vuelvo a caer en la cuenta: vivo empanado. Soñar e imaginarse estas cosas está genial pero, a veces esto es infinitamente menor que lo que sucede en realidad.
Por eso te doy las gracias. Gracias por no ser ciudadano de Genesaret, ni tan si quiera del mundo. Porque estoy en el mundo pero no soy del mundo. Te doy las gracias porque soy ciudadano de tu Pueblo, del Pueblo de tu Padre. En ti, Jesús, soy rey, y tu Reino no tiene fronteras, no tiene límites, tu reino es Comunión, tu reino es el Cielo.
Gracias Jesús, porque aunque no te veo en ninguna plaza, puedo verte cada día en el Sagrario. Gracias porque no solo puedo tocar tu manto, no solo puedo tocarte a ti; sino que además el Padre, Tú y el Espíritu Santo vivís en mi. Gracias porque decidiste quedarte en un trozo de pan para que yo te pudiese recibir y así recibirme tu, porque cuando comulgo eres tú quien me comulgas a mi; gracias porque en cada comunión tú me sanas.
Gracias oh Santísima Trinidad por el Sacramento del Bautismo con el que me hiciste Templo tuyo, Templo donde inhabitas, me hiciste miembro de la Iglesia, parte de tu Cuerpo Jesús. Gracias oh Trinidad por la Eucaristía de la que me dejas participar y en la que puedo gozar ya de un anticipo de la vida eterna a la que me has llamado. Gracias oh Trinidad, porque efectivamente la realidad supera los sueños: miembro de tu Pueblo, miembro de tu Cuerpo, Jesús, y Templo donde inhabitas.
Más episodios del podcast Voces en On | HAKUNA
Martes, 7 de agosto de 2024
09/08/2024
Lunes, 5 de agosto de 2024
09/08/2024
Domingo, 4 de agosto de 2024
04/08/2024
Sábado, 3 de agosto de 2024
03/08/2024
Viernes, 2 de agosto de 2024
02/08/2024
Jueves, 1 de agosto de 2024
01/08/2024
Miércoles, 31 de julio de 2024
31/07/2024
Martes, 30 de julio de 2024
31/07/2024
Lunes, 29 de julio de 2024
29/07/2024
Domingo, 28 de julio de 2024
29/07/2024