Escuchar "Lunes, 25 de Enero de 2021"
Síntesis del Episodio
Marcos 16, 15-18
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Eternidad
Gracias. Gracias Padre porque me dejas creer, gracias por haberme dado el don del bautismo, gracias por hacerme de tu familia y llamarme a formar parte del cuerpo de tu hijo, cuerpo de Jesús, crucificado y resucitado, cuerpo salvado, cuerpo llamado a glorificarte y alabarte, cuerpo que vive en comunión contigo y el Espíritu Santo.
Hoy me dices que me salvaré, la verdad es que me apetece pensar en el cielo. Me imagino como será ese día, ese domingo en el que cerraré los ojos para abrirlos a la vida eterna. Me imagino entrando por una puerta, es grande, no tiene marcos ni pomo y hay un letrero en el que fácilmente se lee: puerta del amor, bienaventurados todos los que aman.
Entro acompañado por todos los Santos y Santas, por todos mis hermanos y hermanas, me lleva de la mano María. Mientras paso por la puerta, le pregunto: Madre, ¿qué haremos toda la eternidad? Ella me mira a los ojos y me contesta: ven y verás. Entonces ocurre: me miras Jesús, y tu mirada penetra, sin resistencia alguna, en todo mi ser, y entonces ese deseo de plenitud, que había tenido desde el vientre materno, se plenifica. Yo, que en la tierra ya era en Cristo, yo que ya era miembro de ese cuerpo, ahora lo soy en plenitud. Ahora en plenitud formo un uno con toda la humanidad, todos uno en ti y contigo Jesús, todos uno en el Padre y en el Espíritu para siempre. Cada uno y todos en uno, todos en ese abrazo eterno de amor, en ese abrazo trinitario. Ahora vuelvo a mirar a Mamá, me lanzo a sus brazos y le grito: ¡ya sé que haré toda la eternidad! amar y ser amado.
¡Jesús que te deje penetrar tu mirada en mi, enséñame a vivir ya, en la tierra, ese cielo, esa eternidad. Enséñame a vivir ya, aquí y ahora, en ese abrazo!
En aquel tiempo, se apareció Jesús a los Once y les dijo: «ld al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y se bautice se salvará; el que se resista a creer será condenado. A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.»
Eternidad
Gracias. Gracias Padre porque me dejas creer, gracias por haberme dado el don del bautismo, gracias por hacerme de tu familia y llamarme a formar parte del cuerpo de tu hijo, cuerpo de Jesús, crucificado y resucitado, cuerpo salvado, cuerpo llamado a glorificarte y alabarte, cuerpo que vive en comunión contigo y el Espíritu Santo.
Hoy me dices que me salvaré, la verdad es que me apetece pensar en el cielo. Me imagino como será ese día, ese domingo en el que cerraré los ojos para abrirlos a la vida eterna. Me imagino entrando por una puerta, es grande, no tiene marcos ni pomo y hay un letrero en el que fácilmente se lee: puerta del amor, bienaventurados todos los que aman.
Entro acompañado por todos los Santos y Santas, por todos mis hermanos y hermanas, me lleva de la mano María. Mientras paso por la puerta, le pregunto: Madre, ¿qué haremos toda la eternidad? Ella me mira a los ojos y me contesta: ven y verás. Entonces ocurre: me miras Jesús, y tu mirada penetra, sin resistencia alguna, en todo mi ser, y entonces ese deseo de plenitud, que había tenido desde el vientre materno, se plenifica. Yo, que en la tierra ya era en Cristo, yo que ya era miembro de ese cuerpo, ahora lo soy en plenitud. Ahora en plenitud formo un uno con toda la humanidad, todos uno en ti y contigo Jesús, todos uno en el Padre y en el Espíritu para siempre. Cada uno y todos en uno, todos en ese abrazo eterno de amor, en ese abrazo trinitario. Ahora vuelvo a mirar a Mamá, me lanzo a sus brazos y le grito: ¡ya sé que haré toda la eternidad! amar y ser amado.
¡Jesús que te deje penetrar tu mirada en mi, enséñame a vivir ya, en la tierra, ese cielo, esa eternidad. Enséñame a vivir ya, aquí y ahora, en ese abrazo!
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