Escuchar "Lunes, 15 de abril de 2024"
Síntesis del Episodio
Jn (6, 22-29):
Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura para la vida eterna.
_Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar._
_Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos._
_Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús._
_Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:_
_«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»._
_Jesús les contestó:_
_«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios»._
_Ellos le preguntaron:_
_«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?»._
_Respondió Jesús:_
_«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado»._
————————————
Vaya locura de días. ¿Cómo de impresionante fue lo de los panes? Me acuerdo de la cara de incredulidad que se le quedó a Felipe. Pero vamos, que Andrés y los demás tampoco nos quedamos muy atrás. Todavía sigo sin creérmelo. Fue espectacular… La sonrisa de la gente, su alegría, su agradecimiento… ¡Es que no les faltó de nada! ¡Y todo gracias a Él!
¿Y de dónde ha salido tanta gente hoy? Increíble el barullo que se ha formado en un momento… Llegados de todas partes, desde muy lejos, todos queriendo verle. Querían hablar con Él, preguntarle cómo había llegado hasta allí, por lo de los panes y los peces, ¡y mil cosas más!
Se han empezado a agolpar a su alrededor y me he ido quedando atrás. Me he perdido un poco entre la multitud y, entonces, un hombre ha comenzado a hablarme. Creo que no me ha reconocido cómo discípulo… Simplemente quería compartirlo con alguien.
Me ha dicho que había vivido su vida tibio, neutro. Y que no se había dado cuenta hasta ayer. No estaba entendiendo muy bien lo que me contaba pero ha empezado a decirme que después de escucharle, de comer con Él y de Él, se había saciado con sus palabras. ¡Claro! Hablaba de Jesús.
Decía que ahora todo era igual pero distinto a la vez, que ve las cosas con ojos nuevos, como si fuera la primera vez. Decía que tenía hambre, pero no porque el pan que le dimos fuera poco. Hablaba del pan y de cómo Jesús había mirado al cielo dando gracias… Y es que le brillaban los ojos. ¡Ojalá le hubieseis podido escuchar también vosotros! Yo solo podía sonreírle mientras me contaba cada detalle que había alcanzado a ver.
Tenía mil preguntas que hacerle sobre el Padre y se ilusionaba cada vez más mientras me las mencionaba e imaginábamos cómo Jesús le respondería. Lo que no sabe es que Él rara vez responde a tus preguntas, sino que da respuestas inesperadas.
Antes de intentar avanzar para acercarse más a Jesús ha vuelto a hablarme del pan que le dimos.
Me ha dicho que un pan le ha cambiado la vida. ¿Os lo podéis creer?
Trabajad no por el alimento que perece, sino por el que perdura para la vida eterna.
_Después de que Jesús hubo saciado a cinco mil hombres, sus discípulos lo vieron caminando sobre el mar._
_Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar notó que allí no había habido más que una barca y que Jesús no había embarcado con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían marchado solos._
_Entretanto, unas barcas de Tiberíades llegaron cerca del sitio donde habían comido el pan después que el Señor había dado gracias. Cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús._
_Al encontrarlo en la otra orilla del lago, le preguntaron:_
_«Maestro, ¿cuándo has venido aquí?»._
_Jesús les contestó:_
_«En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre; pues a este lo ha sellado el Padre, Dios»._
_Ellos le preguntaron:_
_«Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?»._
_Respondió Jesús:_
_«La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado»._
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Vaya locura de días. ¿Cómo de impresionante fue lo de los panes? Me acuerdo de la cara de incredulidad que se le quedó a Felipe. Pero vamos, que Andrés y los demás tampoco nos quedamos muy atrás. Todavía sigo sin creérmelo. Fue espectacular… La sonrisa de la gente, su alegría, su agradecimiento… ¡Es que no les faltó de nada! ¡Y todo gracias a Él!
¿Y de dónde ha salido tanta gente hoy? Increíble el barullo que se ha formado en un momento… Llegados de todas partes, desde muy lejos, todos queriendo verle. Querían hablar con Él, preguntarle cómo había llegado hasta allí, por lo de los panes y los peces, ¡y mil cosas más!
Se han empezado a agolpar a su alrededor y me he ido quedando atrás. Me he perdido un poco entre la multitud y, entonces, un hombre ha comenzado a hablarme. Creo que no me ha reconocido cómo discípulo… Simplemente quería compartirlo con alguien.
Me ha dicho que había vivido su vida tibio, neutro. Y que no se había dado cuenta hasta ayer. No estaba entendiendo muy bien lo que me contaba pero ha empezado a decirme que después de escucharle, de comer con Él y de Él, se había saciado con sus palabras. ¡Claro! Hablaba de Jesús.
Decía que ahora todo era igual pero distinto a la vez, que ve las cosas con ojos nuevos, como si fuera la primera vez. Decía que tenía hambre, pero no porque el pan que le dimos fuera poco. Hablaba del pan y de cómo Jesús había mirado al cielo dando gracias… Y es que le brillaban los ojos. ¡Ojalá le hubieseis podido escuchar también vosotros! Yo solo podía sonreírle mientras me contaba cada detalle que había alcanzado a ver.
Tenía mil preguntas que hacerle sobre el Padre y se ilusionaba cada vez más mientras me las mencionaba e imaginábamos cómo Jesús le respondería. Lo que no sabe es que Él rara vez responde a tus preguntas, sino que da respuestas inesperadas.
Antes de intentar avanzar para acercarse más a Jesús ha vuelto a hablarme del pan que le dimos.
Me ha dicho que un pan le ha cambiado la vida. ¿Os lo podéis creer?
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