En aquel tiempo, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino.

»En la casa en que entréis, decid primero: ‘Paz a esta casa’. Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; curad los enfermos que haya en ella, y decidles: ‘El Reino de Dios está cerca de vosotros’.

»En la ciudad en que entréis y no os reciban, salid a sus plazas y decid: ‘Hasta el polvo de vuestra ciudad que se nos ha pegado a los pies, os lo sacudimos. Pero sabed, con todo, que el Reino de Dios está cerca’. Os digo que en aquel día habrá menos rigor para Sodoma que para aquella ciudad».

¿Cual es el plan?

Buenos días Jesús!
Aquí estoy intentando conocerte un poco más. Me imagino siendo uno de esos setenta y dos. Estando allí reunidos en casa de uno de ellos. Después de haber disfrutado de una comida increíble y de charrar tranquilamente de repente nos pides un momento de atención y de forma totalmente natural nos cuentas que nos envías de dos en dos a algunos pueblos. Todos estamos ahí porque estamos dispuestos a todo lo que nos pidas. Ni siquiera nos sorprendemos de esta petición porque lo único que queremos es seguirte hasta donde sea.

Me imagino a tus discípulos ilusionados con todo. Pero de repente surgen dudas.

¿Por que les envías a donde tu tienes que ir Jesús? ¿Si tienes que ir tú para qué sirve que vaya otro? Además les envías sin nada, ni comida, ni ropa. Y encima les anuncias el notición de que van como corderos en medio de lobos. Todo parece un poco desalentador.
¿Cuál es exactamente el plan? Ir a un pueblo y ¿que hay que decir? ¿Como nos van a dar de comer, que ropa nos ponemos? ¿A quien vamos a hablar primero? ¿ cuanto tiempo tenemos y todo eso? ¿Luego la vuelta por donde las hacemos? ¿Y si nadie nos escucha?

Vaya preguntas Jesús, creo que así no voy a ninguna parte, tan preocupado por todo y por nada, sin ser capaz de profundizar, de mirar hacia dentro.

Les envías de dos en dos. Que pasada Jesús, no les envías solos porque sino no van a poder compartir el camino con otro, apoyarse en el y poder conocerlo mejor. Las risas que pueden ser. Como no me había dado cuenta. Puede ser un viaje bestial. Además para poder ir en tu nombre tengo que poder conocerte bien y sobretodo amarte mucho, porque así podré amar como tú amas, y todo lo demás saldrá solo. Pues voy a empezar por amar al tío con el que me mandas que todavía no lo conozco mucho.

Bueno Jesús ahora empiezo el viaje de mi día, me pongo en mi lugar. Hoy. Ahora. Ayúdame a confiar más en Ti, en lugar de buscar seguridades y respuestas a todo.

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