Jueves, 22 de septiembre de 2022

22/09/2022 5 min
Jueves, 22 de septiembre de 2022

Escuchar "Jueves, 22 de septiembre de 2022"

Síntesis del Episodio

Lc 9, 7-9
En aquel tiempo, el tetrarca Herodes se enteró de lo que pasaba sobre Jesús y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado de entre los muertos; otros, en cambio, que había aparecido Elías, y otros que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas. Herodes se decía:
«A Juan lo mandé decapitar yo. ¿Quién es este de quien oigo semejantes cosas?».
Y tenía ganas de verlo.


DETALLES

Buenos días, Jesús.
Hoy amanecemos con un Evangelio breve pero… a buen entendedor, pocas palabras bastan, ¿no?
Es increíble, Padre.. Pero si hago introspección, yo también he caído en la crítica, en el hablar por hablar y sobretodo -y más vergüenza me da admitir…- en el famoso “marujeo”. Con qué facilidad me he atrevido a opinar sin que se me preguntara. Jesús fue víctima de estos actos.

Y todo esto me hace pensar que muchas veces paso por alto pequeños detalles por estar pendiente de grandes tonterías. Una amiga hace un tiempo nos replanteó: “Si mañana despertases con todo aquello que has agradecido hoy, ¿con qué despertarías?” Muchos días despertaría sola. Sin nada. Nada de nada. Me basta con cualquier bobada para quejarme, estar de mal humor, criticar, tirar la toalla. Y no me doy cuenta de todo lo que me das, día tras día. Porque, obviamente, aunque no lo diga, doy gracias por todo lo grande que me das: familia, amigos, trabajo… Pero, ¿te doy gracias por todos los pequeños detalles? ¿Por todo eso que no sé valorar y pasan desapercibido? Todas esas pequeñas cosas que dejan de parecerme pequeñas cuando faltan.
Las cosas más normales. Incluso aquellas que no entran dentro de mis planes, que me descolocan, que me cuestan, que me frustran. Todas Señor, Gracias.

Este Evangelio no es un reproche, sino un tirón de orejas, que en ocasiones voy tan ‘a lo mío’, que se me olvida todo lo que me regalas.
Así que gracias, también, por cada persona que has puesto en mi camino, por las que ya no están, por las que siguen a mi lado, por las que llegan y por las que vendrán. Gracias por cada uno de los corazones que me has dejado conocer a través de ti n cada ámbito de mi vida, por darme la capacidad de abrir el mío y dejarme querer también.


Como decimos en la oración del Pringado:
“Señor, sonreiré y miraré a los ojos,

recuérdanos que no hemos venido a criticar ni a juzgar, sino a salvar.
(…)

María, madre de Hakuna,

que contigo solo sepamos decirle “SI”,

que vivamos de rodillas,

abrazados y abrazando,
con alegre cara de resucitados,

y recuérdanos rezar todos los días,

todos por todos.