Escuchar "Jueves, 18 de Febrero de 2021"
Síntesis del Episodio
Lc 9,22-25: En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar al tercer día.»
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?»
La cruz, tu rostro
¡Qué absurdo Jesús! Me venían a la cabeza las deformaciones del cristianismo que se nos han colado. Especialmente cuando hablamos de la cruz, el sufrimiento o el dolor. Son temas que hemos puesto como lo primero. “El cristianismo va de cruz”, decimos, o “el dolor es lo esencial de la muerte de Jesús”. O, “lo fundamental del seguimiento de Jesús es la renuncia”. Ponemos lo accidental en el centro. Y nos hemos vuelto un poco amargados, tristones y aburridos.
Hoy nos lo dices muy clarito: “Si alguno quiere venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.” ¡Lo fundamental es ir detrás de Ti! Seguirte, conocerte, amarte, parecerse a Ti. Tu rostro está en el centro. Evidentemente, eso implica renunciar a otras cosas: si te elijo a Ti, no elijo otras cosas. Evidente. Pero no me preocupa. ¿Te imaginas un casado que hablara de los 3,500 millones de mujeres a las que ha renunciado? ¡Qué absurdo! Un casado solo habla de lo enamorado que está de su mujer y de lo feliz que quiere hacerla. Evidentemente, es imprescindible que renuncie a todas las demás mujeres del mundo, pero si quiere a su mujer: ni piensa en esa renuncia.
“Si alguno quiere venir en pos de mi...” Eso es lo central. Tú eres lo central. Seguirte. Vivir contigo. Gozar de tu forma de ser. Parecerse cada día más a Ti. Que se me pegue tu mirada, tus gestos, tu forma de amar... ¡claro que los cristianos renunciamos a muchas cosas! Pero porque vamos detrás del mejor. Porque somos los más afortunados del mundo. Tenemos el orgullo de poseer la mayor riqueza. Todo lo demás, nos importa poco. Nos importas Tú, Tú y Tú. Eres mi locura Jesús. Mi pasión. Miro tu rostro, no mis dolores. Me mueve tu amor, no mi cruz. Tú estás en el centro. Seguirte... es mi felicidad. Conocerte... mi adición. Y quererte... el sentido de mi vida.
Y, dirigiéndose a todos, dijo: «Si alguno quiere venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga. Pues el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa la salvará. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se arruina a sí mismo?»
La cruz, tu rostro
¡Qué absurdo Jesús! Me venían a la cabeza las deformaciones del cristianismo que se nos han colado. Especialmente cuando hablamos de la cruz, el sufrimiento o el dolor. Son temas que hemos puesto como lo primero. “El cristianismo va de cruz”, decimos, o “el dolor es lo esencial de la muerte de Jesús”. O, “lo fundamental del seguimiento de Jesús es la renuncia”. Ponemos lo accidental en el centro. Y nos hemos vuelto un poco amargados, tristones y aburridos.
Hoy nos lo dices muy clarito: “Si alguno quiere venir en pos de mi, que se niegue a sí mismo, tome su cruz cada día y me siga.” ¡Lo fundamental es ir detrás de Ti! Seguirte, conocerte, amarte, parecerse a Ti. Tu rostro está en el centro. Evidentemente, eso implica renunciar a otras cosas: si te elijo a Ti, no elijo otras cosas. Evidente. Pero no me preocupa. ¿Te imaginas un casado que hablara de los 3,500 millones de mujeres a las que ha renunciado? ¡Qué absurdo! Un casado solo habla de lo enamorado que está de su mujer y de lo feliz que quiere hacerla. Evidentemente, es imprescindible que renuncie a todas las demás mujeres del mundo, pero si quiere a su mujer: ni piensa en esa renuncia.
“Si alguno quiere venir en pos de mi...” Eso es lo central. Tú eres lo central. Seguirte. Vivir contigo. Gozar de tu forma de ser. Parecerse cada día más a Ti. Que se me pegue tu mirada, tus gestos, tu forma de amar... ¡claro que los cristianos renunciamos a muchas cosas! Pero porque vamos detrás del mejor. Porque somos los más afortunados del mundo. Tenemos el orgullo de poseer la mayor riqueza. Todo lo demás, nos importa poco. Nos importas Tú, Tú y Tú. Eres mi locura Jesús. Mi pasión. Miro tu rostro, no mis dolores. Me mueve tu amor, no mi cruz. Tú estás en el centro. Seguirte... es mi felicidad. Conocerte... mi adición. Y quererte... el sentido de mi vida.
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