Jn 6, 44-51

En aquel tiempo, dijo Jesús al gentío:

«Nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré en el último día.

Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios”.

Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí.

No es que alguien haya visto al Padre, a no ser el que está junto a Dios: ese ha visto al Padre. En verdad, en verdad os digo: el que cree tiene vida eterna.

Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron; este es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.

Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre.

Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo».

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¿Cómo será?

El mensaje que nos trae este Rabbí es revolucionario. Creo haber oído que es de Nazaret, aunque eso no me cuadra mucho, porque de ahí no ha salido nadie tan extraordinario como Él.

De verdad, es extraordinario en todos los sentidos. Habla de Yahveh de una manera radicalmente distinta a lo que yo había escuchado hasta ahora de boca de los fariseos y levitas, en la sinagoga. Habla de un Dios de Amor y no de temor. Habla de un Padre amante, cercano, que quiere hacernos discípulos a todos. Habla de comer del «pan que baja del cielo» para alcanzar la vida eterna.

Hay muchas cosas que no he entendido, y no ha sido porque no oyera, sino porque de verdad no le he comprendido. ¿A qué se referiría con «resucitar en el último día»? ¿Cómo será eso de comer de su carne? ¿Habrá de caer maná del cielo como les pasó a nuestros padres?

No, yo creo que se refería a otra cosa. Eso del «pan que baja del cielo» creo que lo decía muy en serio. Como una promesa hecha desde lo más hondo de su corazón. Y en sus palabras yo he sentido la verdad y vida. Porque lo ha dicho así: «Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo». No sé cómo será eso, pero yo quiero alimentarme de Él. Quiero saber más de Él, vivir de su vida, respirar de sus palabras.

Siento que hay algo nuevo en mí. Siento que mi alma se ha renovado. Si he de comer de su carne para vivir de su vida, que así sea. Sea como sea, yo quiero de su pan.

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