Jueves, 13 de junio de 2024

13/06/2024 4 min
Jueves, 13 de junio de 2024

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Síntesis del Episodio

Mt 5, 20-26 • Todo el que esté peleado con su hermano, será procesado.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Les aseguro que si su justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, ciertamente no entrarán ustedes en el Reino de los cielos.
Han oído ustedes que se dijo a los antiguos: No matarás y el que mate será llevado ante el tribunal. Pero yo les digo: Todo el que se enoje con su hermano, será llevado también ante el tribunal; el que insulte a su hermano, será llevado ante el tribunal supremo, y el que lo desprecie, será llevado al fuego del lugar de castigo.
Por lo tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene alguna queja contra ti, deja tu ofrenda junto al altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano, y vuelve luego a presentar tu ofrenda.
Arréglate pronto con tu adversario, mientras vas con él por el camino; no sea que te entregue al juez, el juez al policía y te metan a la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último centavo”.

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Éramos unos cuantos los que estábamos allí pululando a tu alrededor, esperando escucharte. Todos querían estar cerca de Ti. Escuchar tus palabras.

Me dijiste que subiéramos al monte. Justo en la ladera de la montaña, debajo de la sombra de algunas higueras. Allí podíamos estar tranquilos, sin el ruido de los comerciantes de la plaza ni el balido de las ovejas y los corderos que circulaban por las calles.
Sentado en la única piedra grande que había comenzaste a predicar.

Junto con nosotros había subido toda esa gente que llevaba un rato observando tus movimientos, viendo hacia donde te dirigías. La voz se había corrido rápidamente en el pueblo y no paraba de llegar cada vez más gente. Pero aún con toda esa cantidad de gente, todo estaba en silencio. Lo único que se escuchaba era tu voz mezclada con el sonido de los pájaros y las hojas de la higuera que rozaban unas con otras por la suave brisa.

Parecías enfadado, un poco alterado. Tus palabras eran directas e incluso se podía apreciar algo de amenaza en ellas.

Nuestra justicia debe ser mayor que la de los escribas y fariseos. ¿Como va a ser nuestra justicia mayor que la de los fariseos conocedores de la ley?

De repente estabas desmontando los esquemas de todos los que estábamos allí escuchando el sermón de la montaña. Bienaventurados los que lloran, los perseguidos… porque de ellos es el reino de los cielos.

Ahora sí. Ahora si por la expresión de la cara de todos los que estábamos allí sentados. Acabábamos de darle sentido a tus palabras. No has venido a abolir la ley sino a darle plenitud.

Estamos hechos para la eternidad y para dar gloria al Padre con todos los acontecimientos de nuestra vida, en todos los momentos de nuestra vida. Para bendecir al Señor con nuestras acciones. Viviendo en verdad y de una forma bella, destruyendo todo aquello que nos impide amar. Empezando por los que tenemos más cerca. Los más pequeños, nuestros hermanos. Diciendo “sí” como Tú haces cada día con el Padre, ofreciéndote a ti mismo, ofreciendo tu vida en una completa acción de gracias.

Un “sí” sin reservas. Abriendo los ojos hacia fuera. El Hombre que nos enseña a vivir, a ser persona, a ser libres, a amar dando gloria a Dios.