Domingo de Resurrección

04/04/2021 5 min
Domingo de Resurrección

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Síntesis del Episodio

Jn, 20, 1-9: El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Hoy
Hoy paro. Cierro los ojos, y sonrío. Porque has resucitado.

Quiero salir a la calle, mirar al sol y disfrutarlo. Escuchar esa canción que tanto me gusta, beberme esa cerveza tan buena, estar un rato con quienes me has dado en la Tierra y reír con ellos, porque hoy toca celebrar.

Pero, ¿celebrar el qué en concreto? ¿Qué significa para mí que hayas resucitado Jesús? Para entenderlo, miro a María Magdalena. Ella, tan sencilla, iba a limpiar tu cuerpo cuando se encuentra que ya no estás. Iba a limpiar tu cuerpo muerto. Lo había aceptado. Ella, después de tanto tiempo contigo, había aprendido a no pararse, a que si tu cuerpo está muerto, ella está ahí para limpiarlo, si hay dolor se abraza y se sigue, no estamos en esta vida para pararnos.

Y hoy Tú sonríes, viendo que lo empezamos a entender, que estos días nos has enseñado a que la vida es abrazar la Cruz contigo, pero todavía queda lo mejor. Hoy me dices que aprenda a abrazar la Cruz para poder resucitar contigo. Hoy, mañana, cada día puedo resucitar contigo, puedo recomenzar, abrazar todas mis miserias porque hoy, Tú, me demuestras que no acaba ahí, que estás esperando a darnos vida desde nuestra muerte, a que nuestras heridas sean cicatrices gloriosas como son las tuyas.

Hoy sonrío, porque estás de vuelta conmigo Jesús. Porque por mucha oscuridad que venga, sé, que gracias a hoy, quien muere vive y que si no doy mi vida ya estoy muerto.