Marcos 1,12-15
En aquel tiempo, el Espíritu empujó a Jesús al desierto. Se quedó en el desierto cuarenta días, dejándose tentar por Satanás; vivía entre alimañas, y los ángeles le servían. Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.»

Querer es preparar

40 días. De desierto, de hambre, de soledad, de cansancio, de calor, de sed, de tentaciones, de dudas. Tengo que repetírmelo Jesús, porque una vez más no me encaja. Todo un Dios que, voluntariamente, pasa hambre, soledad, cansancio, calor , sed, tentaciones y dudas. Te intento imaginar y no me entra en la cabeza.

Llevabas 30 años preparándote para dar el mensaje, ¿de verdad era eso necesario? Quizás sí. Quizás no. Quizás, y solo quizás, eso a Ti te daba igual, quizás simplemente querías tanto al Padre que decidiste hacerlo, para prepararte por todo lo alto.

Quieres algo, y te preparas para algo. Una frase tan sencilla resume lo que es la vida, ¿no? Si lo prefieres decimos "obras son amores y no buenas razones", pero el mensaje es el mismo.

De poco vale hablar si luego no se actúa. No valen medias tintas. Si quieres algo de verdad te preparas para ese algo. Por eso cuando quiero impresionar a alguien me preparo lo que voy a decir, o cuando invito a alguien que me hace ilusión preparo mi casa. Pues si por estos pequeños acontecimientos invierto tanto tiempo, ¿cómo me preparo para tu venida Jesús?

Cada día en la Eucaristía. Cada domingo que es una fiesta. Cada Semana Santa que es la semana del año que dota de sentido a mi vida.

Ayuno, limosna y oración no son normas aleatorias,¿verdad? Son las coordenadas de mi corazón para que mis ojos se abran, para que vean lo que va a suceder de verdad estos días.

Ayuno, limosna y oración. ¿Necesarios? ¿Qué más da? Los quiero, porque te quiero, porque te quiero querer, y porque me quiero preparar para verte, escucharte y quererte como solo Tú mereces.

Ver todos los episodios