Domingo, 12 de mayo de 2024

12/05/2024 4 min
Domingo, 12 de mayo de 2024

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Síntesis del Episodio

Mc 16, 15-20 • Fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios

En aquel tiempo, se apareció Jesús a los once y les dijo:
«Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea será condenado.
A los que crean, les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos».
Después de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios.
Ellos se fueron a predicar por todas partes, y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban.


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A día de hoy sigo sin saber explicar lo que ocurrió aquel día. Me refiero al día en el que ascendiste a los cielos.

Cuando me preguntan cómo fue, sigo sin poder entrar en más detalles que ese: «el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de Dios».

Me preguntan: «¿cómo fue eso? ¿Se elevó sobre vuestras cabezas? ¿Estaban allí los ángeles? ¿Se oían las trompetas y las cítaras? ¿Visteis a Moisés o a Elías? ¿Y a Yahvé? ¿Le visteis a Él en su trono…?».

Yo no sé qué más responderles a esas preguntas, Maestro. Esos detalles no importan. Yo solo sé que te vi ascender, pero no fue algo que percibiera a través de mis ojos, sino que te vi con la mirada del corazón. No te vi «volar» sobre nuestras cabezas, sino que te vi irte al Padre. No fue algo «sentido» sino algo «vivido en la carne».

Simplemente supimos –porque lo supimos los once– que estabas a la derecha de tu Padre. Y allí estás desde entonces y hasta el final de los tiempos.

Estás con Él y Él está en Ti. Ya sois Uno. Lo sé, esa es nuestra Verdad.

Y no es un sentimiento, no es un conocimiento o una sensación que hayamos compartido entre los once. Simplemente es así.

Tú estás a la derecha de Dios y al mismo tiempo estás a nuestro lado porque has seguido obrando. Siempre estás obrando: los cojos corren, los mudos claman, los corazones despiertan, el Pueblo escucha y el dolor ya no es el mismo de antes. ¿Por qué? Porque Tú transformaste el dolor en «dolor de amor». Todo lo que sigue sucediendo a través de nuestras manos es obra de tu Amor. Nosotros no hacemos nada, solo somos barro y Tú; el alfarero.

Mi Señor, lo que yo hago no lo hago por mí, sino por Ti. Solo vivo para llevar tu Evangelio a los corazones sedientos y para que todos sigamos la ruta que Tú trazaste aquel día: el ascenso al Cielo.

Ese es tu verdadero sueño: que todos vayamos a Ti.