Escuchar "Ni impunidad, ni maldición; ¡SUSTITUCIÓN!"
Síntesis del Episodio
MALDICIÓN es el justo castigo que merece todo pecado de parte de Dios - El Señor que es JUSTO y SANTO no puede dejar al transgresor sin castigo; "El alma que pecare, esta morirá".
PERDONAR al pecador sin ejecutar el castigo NO es una opción; al menos no para Dios, pues sería una contradicción de su carácter y la transgresión de Su propia ley - si Dios es juez justo, debe ejecutarse el castigo que merece la falta de conformidad con su ley, lo contrario sería IMPUNIDAD.
Así que Dios no puede perdonarnos así nadamás, como haciendo que no nos vio, como barriendo el polvo debajo del tapete, como diciendo "te la voy a dejar pasar" - ¡NO! La impunidad no es una alternativa, perdonar al pecador no será así de sencillo - hay una copa servida con la ira de Dios de la cual debemos beber todos los pecadores, no puede quedar ni una sola gota de esa terrible copa sin ser causa de dolor, tormento y crujir de dientes para los pecadores.
Pero Dios que es sabio, justo y santo a la vez que misericordioso, compasivo y lleno de gracia, inventó una salida - produjo un arreglo que permite al pecador escapar de la condenación sin que su horrendo pecado quede sin castigo. ¿Su nombre? SUSTITUCIÓN; alguien santo, perfecto, inocente y a la vez poderoso, divino y sublime - capaz de vivir la vida de obediencia que ningún ser humano ha podido vivir y capaz de soportar el peso del infierno y la furia de la ira de Dios como justo castigo por los pecados.
Gracias a Cristo, nuestro SUSTITUTO, no recibimos MALDICIÓN, pero tampoco vivimos en IMPUNIDAD. El precio fue pagado y la deuda fue saldada a precio de Su sangre.
Lo que ocurrió en la cruz, no fue sólo una crucifixión - Jesús no soportó solamente el dolor de las espinas y los clavos. La ira santa de Dios, el tormentoso infierno y la horrenda maldición del Juez Divino molieron al Cordero sin mancha, en un acto de SUSTITUCIÓN SACRIFICIAL; y por ese glorioso intercambio no hay condenación, y se otorga perdón y salvación a los que en Cristo confían.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
ISAÍAS 53.5
PERDONAR al pecador sin ejecutar el castigo NO es una opción; al menos no para Dios, pues sería una contradicción de su carácter y la transgresión de Su propia ley - si Dios es juez justo, debe ejecutarse el castigo que merece la falta de conformidad con su ley, lo contrario sería IMPUNIDAD.
Así que Dios no puede perdonarnos así nadamás, como haciendo que no nos vio, como barriendo el polvo debajo del tapete, como diciendo "te la voy a dejar pasar" - ¡NO! La impunidad no es una alternativa, perdonar al pecador no será así de sencillo - hay una copa servida con la ira de Dios de la cual debemos beber todos los pecadores, no puede quedar ni una sola gota de esa terrible copa sin ser causa de dolor, tormento y crujir de dientes para los pecadores.
Pero Dios que es sabio, justo y santo a la vez que misericordioso, compasivo y lleno de gracia, inventó una salida - produjo un arreglo que permite al pecador escapar de la condenación sin que su horrendo pecado quede sin castigo. ¿Su nombre? SUSTITUCIÓN; alguien santo, perfecto, inocente y a la vez poderoso, divino y sublime - capaz de vivir la vida de obediencia que ningún ser humano ha podido vivir y capaz de soportar el peso del infierno y la furia de la ira de Dios como justo castigo por los pecados.
Gracias a Cristo, nuestro SUSTITUTO, no recibimos MALDICIÓN, pero tampoco vivimos en IMPUNIDAD. El precio fue pagado y la deuda fue saldada a precio de Su sangre.
Lo que ocurrió en la cruz, no fue sólo una crucifixión - Jesús no soportó solamente el dolor de las espinas y los clavos. La ira santa de Dios, el tormentoso infierno y la horrenda maldición del Juez Divino molieron al Cordero sin mancha, en un acto de SUSTITUCIÓN SACRIFICIAL; y por ese glorioso intercambio no hay condenación, y se otorga perdón y salvación a los que en Cristo confían.
Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.
ISAÍAS 53.5
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