Escuchar "Esta paz, ni el Dalai la tiene"
Síntesis del Episodio
En el tema de la paz, muchas veces se piensa emocionalmente, en términos de lo que sentimos. Mucha gente reduce la paz a una sensación, a una experiencia - hablan de la paz como si fuera un asunto de “equilibrio” personal, buscando un mero “desahogo” de malas vibras. Y es así como encontramos muchas “recetas” para la paz, desde técnicas de respiración y relajación, pasando por todas las “terapias” habidas y por haber - aromaterapia, musicoterapia, risoterapia – incluidos recursos como la práctica del yoga o masajes relajantes, hasta toda clase de hierbas para prepararnos un te y diversos remedios caseros. ¿Funciona?
Bueno, un masajito y un buen tecito a nadie le cae mal, pero si fuera tan sencillo, esta no sería la generación que consume más antidepresivos y ansiolíticos en la historia – si fuera tan fácil, no veríamos que se incrementa el índice de quienes padecen estés y ansiedad, así como el número de personas que se suicidan porque ya no encontraron más alivio.
Sólo en Jesucristo se encuentra la paz, la de verdad – no la que se esfuma cuando se acaba el dinero, no la que desaparece cuanto terminan las vacaciones; no la falsificación de paz que languidece cuando pasa el efecto de los calmantes - sino la verdadera paz; aquella con la que podemos irnos a la cama cada noche confesando “en paz me acostaré y así mismo dormiré” y vivir sin estar afanosos ni ansiosos por qué comeremos o qué vestiremos. Hablamos de aquella paz con que los cristianos del primer siglo podían mantenerse en pie en el coliseo romano, sabiendo que en breve soltarían a las fieras y serían devorados sólo por su fe en Cristo, pero llenos de esperanza y en la certeza de que el Dios de paz les había dado la victoria.
La paz de Dios en Cristo Jesús ha venido a solucionar el caos interior en que alguna vez se encontraron los hoy redimidos. Es en esa paz que se pueden soportar las más duras aflicciones con valor y esperanza - y es esa misma paz la que debemos promover en nuestro entorno, dando testimonio de que nuestra norma de vida es muy diferente a la corriente del mundo y a las obras de la carne – ira, enojo, gritería, pleitos, contiendas, celos, disputas necias, envidias, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuración, chisme, injurias, traiciones – todo esto proviene de una sola fuente: la ruptura de la PAZ.
Como hijos de Dios:
1) Somos perdonados por un Dios de PAZ
2) Somos portadores de la PAZ que viene de Dios
Como constructores de paz:
3) Somos procuradores de la PAZ que desea Cristo
4) Somos predicadores del Evangelio de PAZ
Cristo vino al mundo a restablecer la paz; reconciliándonos con el Padre, a quien traicionamos. Llenándonos con su Espíritu de manera que podamos vivir en piedad, contentamiento, esperanza y gozo – y convirtiéndonos en embajadores de su reino de paz y predicadores de su mensaje de RECONCILIACIÓN.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
(Mateo 5:9)
Bueno, un masajito y un buen tecito a nadie le cae mal, pero si fuera tan sencillo, esta no sería la generación que consume más antidepresivos y ansiolíticos en la historia – si fuera tan fácil, no veríamos que se incrementa el índice de quienes padecen estés y ansiedad, así como el número de personas que se suicidan porque ya no encontraron más alivio.
Sólo en Jesucristo se encuentra la paz, la de verdad – no la que se esfuma cuando se acaba el dinero, no la que desaparece cuanto terminan las vacaciones; no la falsificación de paz que languidece cuando pasa el efecto de los calmantes - sino la verdadera paz; aquella con la que podemos irnos a la cama cada noche confesando “en paz me acostaré y así mismo dormiré” y vivir sin estar afanosos ni ansiosos por qué comeremos o qué vestiremos. Hablamos de aquella paz con que los cristianos del primer siglo podían mantenerse en pie en el coliseo romano, sabiendo que en breve soltarían a las fieras y serían devorados sólo por su fe en Cristo, pero llenos de esperanza y en la certeza de que el Dios de paz les había dado la victoria.
La paz de Dios en Cristo Jesús ha venido a solucionar el caos interior en que alguna vez se encontraron los hoy redimidos. Es en esa paz que se pueden soportar las más duras aflicciones con valor y esperanza - y es esa misma paz la que debemos promover en nuestro entorno, dando testimonio de que nuestra norma de vida es muy diferente a la corriente del mundo y a las obras de la carne – ira, enojo, gritería, pleitos, contiendas, celos, disputas necias, envidias, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuración, chisme, injurias, traiciones – todo esto proviene de una sola fuente: la ruptura de la PAZ.
Como hijos de Dios:
1) Somos perdonados por un Dios de PAZ
2) Somos portadores de la PAZ que viene de Dios
Como constructores de paz:
3) Somos procuradores de la PAZ que desea Cristo
4) Somos predicadores del Evangelio de PAZ
Cristo vino al mundo a restablecer la paz; reconciliándonos con el Padre, a quien traicionamos. Llenándonos con su Espíritu de manera que podamos vivir en piedad, contentamiento, esperanza y gozo – y convirtiéndonos en embajadores de su reino de paz y predicadores de su mensaje de RECONCILIACIÓN.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
(Mateo 5:9)
Más episodios del podcast unaVidaReformada
Realismo BÍBLICO
13/11/2025
Jesucristo me BASTA
13/11/2025
No necesitas el CONTROL
12/11/2025
Seamos reformados no solo en octubre
11/11/2025
La INFODEMIA escatológica
11/11/2025
Constancia HASTA EL FIN
17/10/2025
¿Vestida y alborotada? NO; santa y preparada
14/10/2025
EscatoFOBIA, escatoMANÍA y escatoFICCIÓN
10/10/2025
Cuenta regresiva para un FINAL FELIZ
06/10/2025
Bienaventurados los PASTORES
06/10/2025
ZARZA Somos ZARZA, la firma de prestigio que esta detras de los grandes proyectos en tecnología de la información.