Escuchar "El cristianismo no es ACTIVISMO"
Síntesis del Episodio
Muchos hemos escuchado desde el púlpito amonestaciones del tipo: "Esos hermanos que solo calientan la banca, pero no vienen a las actividades, se van a enfriar", o reclamos del tipo: "Tu ausencia de las actividades demuestra tu falta de compromiso y servicio". Estas son expresiones que caracterizan la idea equivocada de que el activismo es la medida del cristianismo, y el error de pensar que la vida cristiana se trata de participar en un calendario de eventos, programas y actividades de la iglesia.
Las iglesias que centran su ministerio en la organización de eventos, banquetes, fiestas, conciertos y programas como si estas actividades fueran la marca distintiva de un cristianismo genuino, corren el riesgo de desviar su enfoque de lo que realmente importa.
Debemos deshacernos de esta mentalidad y redirigir nuestra comprensión de la verdadera consagración y compromiso cristiano.
La iglesia está llamada a ser santa, contra-cultural, hacedora de discípulos y unida solamente en Cristo. Jesús no nos llamó a ser meros organizadores de eventos, sino a ser luz del mundo y sal de la tierra (Mateo 5:13-16).
El verdadero ministerio de la iglesia debe estar centrado en la proclamación del Evangelio, el discipulado fiel, y la edificación mutua en amor y santidad. Debemos recordar que el propósito de la iglesia es glorificar a Dios y edificar a su pueblo, no entretener a las masas ni crear una falsa impresión de consagración a través del activismo.
La iglesia está llamada a reflejar la santidad de Dios, a vivir conforme a su Palabra y a mantener su unidad en el Espíritu. Al centrarnos en Cristo y su Evangelio, rechazando la tentación del activismo como medida de consagración, seremos una iglesia que realmente vive y testifica del poder transformador de Cristo – en el mundo hace falta una iglesia santa, no una feria de entretenimiento.
Las iglesias que centran su ministerio en la organización de eventos, banquetes, fiestas, conciertos y programas como si estas actividades fueran la marca distintiva de un cristianismo genuino, corren el riesgo de desviar su enfoque de lo que realmente importa.
Debemos deshacernos de esta mentalidad y redirigir nuestra comprensión de la verdadera consagración y compromiso cristiano.
La iglesia está llamada a ser santa, contra-cultural, hacedora de discípulos y unida solamente en Cristo. Jesús no nos llamó a ser meros organizadores de eventos, sino a ser luz del mundo y sal de la tierra (Mateo 5:13-16).
El verdadero ministerio de la iglesia debe estar centrado en la proclamación del Evangelio, el discipulado fiel, y la edificación mutua en amor y santidad. Debemos recordar que el propósito de la iglesia es glorificar a Dios y edificar a su pueblo, no entretener a las masas ni crear una falsa impresión de consagración a través del activismo.
La iglesia está llamada a reflejar la santidad de Dios, a vivir conforme a su Palabra y a mantener su unidad en el Espíritu. Al centrarnos en Cristo y su Evangelio, rechazando la tentación del activismo como medida de consagración, seremos una iglesia que realmente vive y testifica del poder transformador de Cristo – en el mundo hace falta una iglesia santa, no una feria de entretenimiento.
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