Escuchar "No Te Afanes"
Síntesis del Episodio
Muchas cosas nos salen mal por estar siempre afanados. Por ejemplo, en nuestro afán por arreglar las cosas, corremos el riesgo de hacer mucho daño. Muchas veces respondemos de manera retórica porque detrás de todo se esconde un desmedido afán por lograr beneficios. Algunas personas en su afán ciego de mantenerse en el poder, sacrifican, literal y metafóricamente, muchísimas vidas humanas. Por otro lado, la concurrencia del afán de lucro desprecia a las personas muchas veces.
Hay pruebas de que se hace todo menos protegernos o proteger a otros cuando se da rienda suelta al “afán de posesión de las personas”. El afán por la eficacia es especialmente decisivo dependiendo de su contexto. En muchos países se pierde el concepto de servicio público por el afán de obtener mayores beneficios económicos. El afán mal enfocado puede destruir la salud física, minar la salud emocional, afectar la salud mental e ignorar la necesidad de una vida espiritual.
De la misma manera, el afán desenfrenado produce ansiedad y trastornos físicos o emocionales. Lastimosamente vivimos en un mundo de afanados y ansiosos. Entonces, ¿qué debemos hacer? Primero, no estar tan afanados. Reconocer que los tiempos son orquestados por Dios y que algunas cosas por más que corramos no saldrán en nuestro tiempo. Por último, “no afanarnos, esperar y confiar en Dios”.
La Biblia dice en Filipenses 4:6-7, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (RV1960).
Hay pruebas de que se hace todo menos protegernos o proteger a otros cuando se da rienda suelta al “afán de posesión de las personas”. El afán por la eficacia es especialmente decisivo dependiendo de su contexto. En muchos países se pierde el concepto de servicio público por el afán de obtener mayores beneficios económicos. El afán mal enfocado puede destruir la salud física, minar la salud emocional, afectar la salud mental e ignorar la necesidad de una vida espiritual.
De la misma manera, el afán desenfrenado produce ansiedad y trastornos físicos o emocionales. Lastimosamente vivimos en un mundo de afanados y ansiosos. Entonces, ¿qué debemos hacer? Primero, no estar tan afanados. Reconocer que los tiempos son orquestados por Dios y que algunas cosas por más que corramos no saldrán en nuestro tiempo. Por último, “no afanarnos, esperar y confiar en Dios”.
La Biblia dice en Filipenses 4:6-7, “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús” (RV1960).
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