Escuchar "En Momentos "
Síntesis del Episodio
Recuerdo en mi infancia cuando mi madre entonaba un canto que decía: “En momentos así, levanto mi voz, levanto mis manos a Cristo.” Más adelante, continuaba: “Cuánto te amo Dios, cuánto te amo Dios, cuánto te amo, Cristo te amo.” Esta es una gran verdad. Hay momentos en los que solo podemos levantar nuestras voces y nuestras manos en rendición total a Dios. Se nos acaban las palabras y podemos estar cansados, pero reconocemos que le amamos.
Levantar nuestra voz significa comunicarnos de corazón con nuestro Señor. Significa expresarle desde lo más profundo de nuestro ser lo que sentimos. No importa cómo nos sintamos, lo importante es “expresarnos delante de Dios.” Levantar las manos es una señal de “rendición y sumisión.” No es un rito religioso, sino una expresión externa de nuestro interior. Cuando un ejército se rendía en la guerra, usualmente levantaban las manos y se inclinaban ante sus oponentes. En la vida cristiana, debemos rendirnos delante de Dios. Debemos reconocer que no podemos solos en esta batalla y en humildad admitir que necesitamos de Él.
No sé en qué momento te encuentras hoy, pero estoy seguro de que si levantas tu voz y te rindes a Dios, Él te ayudará a seguir adelante en la batalla diaria de la fe.
La Biblia dice en Salmos 141:2, “Suba mi oración delante de ti como el incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.” (NTV).
Levantar nuestra voz significa comunicarnos de corazón con nuestro Señor. Significa expresarle desde lo más profundo de nuestro ser lo que sentimos. No importa cómo nos sintamos, lo importante es “expresarnos delante de Dios.” Levantar las manos es una señal de “rendición y sumisión.” No es un rito religioso, sino una expresión externa de nuestro interior. Cuando un ejército se rendía en la guerra, usualmente levantaban las manos y se inclinaban ante sus oponentes. En la vida cristiana, debemos rendirnos delante de Dios. Debemos reconocer que no podemos solos en esta batalla y en humildad admitir que necesitamos de Él.
No sé en qué momento te encuentras hoy, pero estoy seguro de que si levantas tu voz y te rindes a Dios, Él te ayudará a seguir adelante en la batalla diaria de la fe.
La Biblia dice en Salmos 141:2, “Suba mi oración delante de ti como el incienso, El don de mis manos como la ofrenda de la tarde.” (NTV).
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