El 13 de mayo del año 1981, el papa Juan Pablo II fue víctima de un atentado en la plaza de San Pedro en el Vaticano. Un hombre armado le disparó en plena multitud, hiriéndolo gravemente. Milagrosamente, el papa sobrevivió y, dos años después, visitó en prisión a su agresor, Mehmet Ali Ağca, para decirle personalmente que lo perdonaba. Su testimonio de fe y amor sorprendió al mundo entero.
Muchas veces, el miedo y la ira pueden nublar nuestro juicio. En momentos de sufrimiento o traición, es fácil buscar venganza o vivir con resentimiento. Sin embargo, la fe en Dios nos llama a algo más grande: el perdón y la paz. Jesús nos enseñó que el amor debe ser más fuerte que el odio, y Juan Pablo II lo demostró con su vida.
Si enfrentas una situación difícil o has sido herido por alguien, recuerda que Dios te llama a confiar en Él y a extender el perdón. La fe no nos hace débiles; nos da la fuerza para actuar con amor en un mundo que espera lo contrario. La Biblia dice en Mateo 5:44: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen” (RV1960).

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