Ser cariñoso con uno mismo y aceptarse, esa es la clave.
¿Acaso la vida es perfecta para otros? ¿Son mejores que nosotros? ¿Más inteligentes, más guapos, con más talento? ¿Su infancia fue más feliz que la nuestra?
La respuesta a estas preguntas es, seguramente, NO.
Las personas con una alta autoestima tienen las mismas dudas, los mismos desencantos, los mismos sinsabores de la vida y, por supuesto, dudan, como lo hacemos nosotros. Su éxito radica en cómo interpretan lo que les sucede, en cómo se lo cuentan a sí mismos, en no ver estas situaciones como fracaso, sino como aprendizaje.
La característica más poderosa de las personas con una alta autoestima es que, en términos generales, o en un sentido global, están satisfechas consigo mismas y son capaces de ser cariñosos e indulgentes con sus defectos.
Todos tenemos debilidades, áreas de mejora en las que podemos crecer y es necesario que lo veamos más como un reto a alcanzar que un defecto.
Formúlate preguntas capacitadoras:

• ¿Qué puedo hacer en este momento, que no esté haciendo, que con cons-tancia supondría una mejora personal en mi vida?
• ¿Cuál es el primer paso que puedo dar?
• En esta situación ¿qué depende de mí?
Estas preguntas son poderosas y nos enfocan hacia las soluciones y despiertan en nosotros emociones positivas.
En vez de las preguntas o afirmaciones limitantes:

• ¿Por qué no lo consigo?
• ¿Por qué soy así?
• ¿Por qué siempre me pasa esto?
• No PUEDO hacerlo.
• No soy capaz.
Ante las que nuestro cerebro, se encargará de darnos respuestas que apoyarán las ideas que plantean dichas preguntas. Por eso dirige tu mirada hacia las preguntas con poder y que te enfoquen hacia los aspectos positivos de tu vida, que son muchos.

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