Lamentablemente y muy a su pesar, el Dr. Pichacorter ha tenido que dedicar un segundo capítulo a su preciado vehículo: un peculiar pero eficiente ciclomotor.
Pero la eficiencia tiene un límite y si uno se pasa el día en el sofá, se abandona y no se desplaza un centímetro en toda una jornada, por mucho equipamiento estupendo y por muy deportivo que sea y se vista, la cosa no va a mejorar.
Y así, nuestro amado Doctor, Don Tarado Pichacorter, ha tenido una revelación, un éxtasis, una epifanía.
Bueno, realmente se la han revelado a él. El hecho revelado, que su angustia y tan mal cuerpo le ha dejado al Doctor, es cosa de escuchar para llegar a comprender su rabia y malestar. Pobre Pichacorter. Envíenle una tisana, unos bombones o algo...

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