En España, muchos oficios tradicionales se enfrentan a un mismo reto: el relevo generacional. Uno de ellos es el de los marmolistas, artesanos que transforman la piedra en arte funcional y decorativo.
Sin escuelas específicas donde formarse, el oficio sobrevive gracias a la enseñanza directa en los talleres como el de Marmolistas Pajares, una empresa madrileña con más de 80 años de trayectoria y tres generaciones dedicadas a este trabajo.
El taller de Marmolistas Pajares nació en 1943, poco después de la Guerra Civil Española. Tomás Pajares, hoy con 81 años y considerado el marmolista más veterano de la Comunidad de Madrid, heredó la profesión de su padre.
La actual responsable, su hija Pepa, continúa la tradición familiar con esfuerzo y orgullo.
El de marmolista es un oficio sin formación reglada. No existen escuelas o centros que enseñen las técnicas de corte, pulido o grabado, por lo que la transmisión del conocimiento depende del aprendizaje en el propio taller.
El sector también ha tenido que adaptarse a los cambios en las costumbres funerarias. El aumento de las incineraciones ha reducido la demanda de lápidas, nichos y monumentos, obligando a las empresas a diversificar su actividad y a contemplar el arte decorativo funcional como una opción segura de futuro. 
A pesar de las dificultades, los Pajares no pierden la pasión por su trabajo.
“Es muy gratificante saber que ayudas a las familias en momentos tan duros. Dentro del dolor, reconforta ver la paz que transmite un trabajo bien hecho”, afirma Pepa.
Mientras la tecnología y la producción industrial avanzan, talleres como el suyo reivindican la importancia de mantener viva la artesanía.
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