“Lo llamaban “Tano” y sin embargo era más porteño que el obelisco, su personalidad y melodiosa voz marcaron un tiempo glorioso de nuestro Tango, fue fácilmente identificable porque sus éxitos no se hicieron esperar uno tras otro cuando acompañaba al gran gordo ‘Pichuco’, ahí empezó su despegue para luego abrirse paso con otras orquestas donde igualmente seguía impactando con su estilo inconfundible.

Se nos fue prematuramente como desgraciadamente ocurre con los grandes, de no ser por esta forma arrebatadora de la vida, hubiésemos contado por un tiempo más largo con un buen cantante de Tangos que nos deleitó con su voz fina y perfumada. No había club de barrio o baile de carnaval de aquel entonces que no difundiera sus canciones y si algún distraído preguntaba al oírlo “¿quién es?” seguramente muchos contestaban: “EL TANO FIORENTINO, CHÉ!”.

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