¿Qué sería de nuestras habilidades sin poder ponerlas a prueba? Nuestra naturaleza como seres humanos, durante milenios se ha basado en la competición más importante de todos los tiempos: la vida. Pero con el paso del tiempo, y la transición a la era moderna, solo hablamos de un contexto competitivo en los deportes, y como mucho en el mundo laboral y empresarial.

¿Qué ocurre? Que una gran mayoría de las personas, terminan por relacionar el término competición, con un concepto peyorativo de la dualidad que existe entre unos y otros, y no como un mecanismo de desarrollo personal y social.

Por eso hoy, Ion Barberena (@ionbarberena) y Josué Tarí (@josu_exito28) nos traen a escena este debate, recogiendo aspectos positivos de la competición, más allá de la rivalidad comparativa entre competidores, y más allá de la aparente agresividad que se sustrae en determinadas circunstancias.

Si la competición es contra uno mismo, ahí solo puede ocurrir una cosa: ganas o aprendes #strongerthanyesterday

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