¿Todos están mal menos tu?

28/06/2025 3 min
¿Todos están mal menos tu?

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Síntesis del Episodio

La frase “todos están mal menos yo” encierra una actitud defensiva, egocéntrica y profundamente humana. Aunque suena exagerada, es más común de lo que parece. No siempre se dice en voz alta, pero muchas veces se piensa. Es un mecanismo de protección del ego que busca preservar una autoimagen positiva y libre de errores. Es más fácil señalar al mundo que mirar hacia dentro. Quien dice “todos están mal menos yo” vive desde una lógica de separación. Observa los errores ajenos con lupa, pero minimiza los propios. Asume que su forma de pensar, sentir o actuar es la correcta, y que los demás simplemente no entienden, no saben o están confundidos. Esta actitud puede derivar de varios factores: inseguridad, heridas no sanadas, necesidad de control o incluso una educación rígida que premió la “razón” más que la empatía. Curiosamente, esta frase también suele estar presente en personas con una profunda sensación de vacío interior. Al no sentirse suficientes o en paz consigo mismos, necesitan que el entorno sea el “culpable” de sus emociones. De este modo, si el mundo está mal, el problema no soy yo. Esto da una falsa sensación de poder, pero a la larga crea relaciones superficiales, frustración y soledad. El problema de vivir bajo esta perspectiva es que se cierra el aprendizaje. Si yo siempre tengo la razón, ¿qué puedo aprender? ¿Cómo puedo crecer si no me permito fallar o reconocer mis propias sombras? Además, esta postura genera conflictos constantes, ya que no hay diálogo posible cuando una persona no está dispuesta a escuchar otras verdades. En un plano más profundo, esta frase también refleja el miedo al caos interno. Es más fácil mantener una identidad rígida y “correcta” que aceptar que somos contradictorios, cambiantes e imperfectos. Decir “yo también me equivoco” requiere humildad, pero también valentía. Implica aceptar que no tenemos todas las respuestas, que a veces somos el problema y que aprender implica dejar morir partes de lo que creemos ser. Superar esta mentalidad no significa negarse a tener criterio o valores propios. Al contrario, significa tener la madurez de sostener nuestras ideas sin desvalorizar las ajenas. Implica practicar la escucha activa, la autocrítica y la empatía. Significa entender que no hay una única forma de ver la vida y que todos —incluso nosotros— estamos en proceso de aprender. Finalmente, cambiar el “todos están mal menos yo” por un “¿qué puedo aprender de esto?” transforma no solo nuestra forma de pensar, sino también nuestras relaciones. Nos vuelve más humanos, más conscientes y, sobre todo, más libres

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