Las únicas telenovelas que yo vi eran mexicanas porque en la década del 70 solo teníamos dos canales de tv y no había plan b. O veías novelas de televisa o no veías televisión. Cuando aparecía una novela puertorriqueña como Renzo el Gitano o Peruana como Simplemente María tenía exactamente el mismo esquema de las mexicanas.
Leonel Fernández que es seis años mayor que yo parece que también vió novelas mexicanas porque sus actuaciones, especialmente la de ayer, son absolutamente predecibles.
El primer día de una novela mexicana, se identifica a la mala, el cobarde, la protagonista sufrida, el protagonista veleidoso que cambia de amores varias veces, las figuras que están solo para hacerle corte a la mala o a la sufrida y uno que otro personaje que no era ni malo ni bueno pero que servía para extender las novelas y sacar a los protagonistas de pantalla de vez en cuando. Uno de los personajes imprescindibles de la novela era el tipo enamorado de la protagonista que se pasa la novela tratando de convencerla de sus virtudes y que hace una u otra malandrería para ganarse a la tipa.
Ese actor secundario expuesto en la novela entera es el personaje que ahora le toca a Leonel Fernández. El actor secundario es uno que nunca llegó al estrellato o uno que fue estrella y ya vió pasar sus mejores días.  Su afirmación de ayer de que hubo una reunión de emergencia en palacio por una encuesta que solo él conoce y que le da un empate técnico con el candidato Abinader no llega a malandrería. Es puro chiste.
Serio como mota de queso y sin ningún cuestionamiento del entrevistador Fernández aseguró que su encuesta le da 41 a Abinader y 35 a él y más que eso que conforme pasen los días eso serán los números que saldrán a la superficie. 
Y es que el eterno enamorado pasa por varias etapas. Hay una en la que la protagonista  lo acepta como premio de consolación para luego darle la patada, claro está que eso es en los capítulos finales.
En esta novela a la pretendida de Leonel Fernández le apodan Ñoña, aunque tiene un nombre más elegante. El hombre quiere su ñoña y se la juega todas.
Faltan 108 días para que la ñoña se incline y es mucho capítulo para pensar en un argumento.

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