Me dejó con mal regusto la aparición pública de Ron Gourlay, CEO de fútbol del Valencia, ayer. La vi más dirigida a dar cariño que a apretar a staff y jugadores. Cuando creo sinceramente que lo que necesitan unos y otros es sentir urgencia de cambio y exigencia, respectivamente. Corberán está obligado a mover piezas y a encontrar una fórmula deportiva que le permita repetir once al menos una vez. Los jugadores necesitan confianza, claro. Pero también exigencia y autoridad. No vi a Gourlay en plan sargento, ni mucho menos. Dudo mucho que ese perfil Mister Wonderful vaya a hacer que el vestuario le vea las orejas al lobo y compita más y mejor. Una bala malgastada. Y Gourlay las tiene contadas con los dedos de una mano en una temporada.

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