El Séquito de Sabios mentiría si dijera que su afición por el anime no se vio influenciada por Dragon Ball. Durante la década de los noventa, la serie original de Akira Toriyama fue parte de nuestra vida diaria, no importa si era a través de las transmisiones televisivas o en malas copias pirata de un bazar muy famoso al sur de la Ciudad de México, en aquel entonces conocido como Distrito Federal.
Después de varios años de películas, especiales y mangas cortos que llenaban o ajustaban la historia, llegó Dragon Ball Super, una animación que en sus inicios tenía una cuestionable calidad en su presentación, la cual mejoró un poco, hasta entregar un producto menos que promedio. A pesar de su cuestionable calidad, la serie maravilló a propios y extraños, pues se presentaron nuevos enemigos e historias para extender el universo creado por Akira Toriyama con la ayuda de Toyotarou.
Si bien la serie animada llegó a final durante la primera mitad de 2018, una película se anunció y el mundo entero no vaciló en emocionarse y crear toda clase de teorías conspiratorias sobre cuál era la trama de la película que “explicaba” mejor a la raza de los saiyajin. Cuando nos enteramos de que Broly era el personaje principal se cumplió uno de los caprichos que todo fan deseaba, ver a Broly como parte del canon oficial.
Dragon Ball Super: Broly fue un éxito en Japón y una maquina de imprimir dólares en el extranjero. Toei Animation entendió que su producto era un éxito el cual no iba a desaparecer de un día para otro. En esta ocasión, el Séquito de Sabios analiza con todo lo que ha sido el regreso de Dragon Ball Super como franquicia y esta película la cual provocó emoción en las salas donde se presentó.
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