The Cure - Show Of A Lost World

16/11/2024 1h 1min Temporada 4 Episodio 75
The Cure - Show Of A Lost World

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Síntesis del Episodio

En su nuevo álbum que desafía sonoramente la mortalidad y, sin embargo, está impregnado de la angustia de esa misma mortalidad, The Cure, que se sienten como que han estado en nuestras vidas desde siempre, como una especie de telón de fondo musical, se enfrenta a la desaparición de la luz de la familia y la generación post-punk que avanza hacia su propia zona de penumbra, con un álbum poderoso y melancólico que marca nuestra propia “impermanencia”.

Pocas bandas pueden lidiar bien con sombras tan profundas y hacer que funcione sin clichés, pero pocas bandas son The Cure.
Han pasado décadas haciendo la banda sonora a lo emocional y personal, si bien en los últimos tiempos lo demostraron más en estadios que en discos, siempre lograron convertir ese espacio personal en piezas de arte precioso.

Songs Of A Lost World fue escrito y grabado durante la última década, con el espectro de la muerte acechando en sus sombras después de la pérdida de la madre, el padre y el hermano diez años mayor de Robert Smith, quienes lo convirtieron en la cultura pop y lo llevaron al legendario festival de Isle of White en 1970.
La pérdida de familiares cercanos de Robert y otros miembros de la banda, además de la enfermedad, trae todo el dolor, la tristeza y la nostalgia desatados como una caja de pandora de emociones que se entrelazan en estas canciones.
Sin embargo, no se debe huir de cosas pesadas como esta, y The Cure es quizás el vehículo perfecto para reflejar musical y líricamente estas emociones desbocadas.

Es en este espacio emocional y creativo donde, después de 16 años, finalmente lanzan su nuevo álbum, y es de regreso al sonido de Disintegration que se sienten cómodos.
Seguir su largo y arduo viaje a través de la rumorología ha sido fascinante.
Una vez se habló de un álbum doble y en solitario, o de que las dos caras de The Cure salieran en discos diferentes.
En Rockfield Studios hace un par de años, el personal que trabaja en el lugar, dijo que la banda había estado por ahí y que estaban mezclando un álbum oscuro y cautivador.

Tenían razón.

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Las ocho canciones que finalmente lograron llegar al álbum son pequeñas hermosas obras de arte de algún tipo de museo musical.
Situándose en algún lugar entre Pornography y Desintegración (bastante más inclinado al segundo), pero con algún nuevo giro donde amplifican la melancolía para esta versión de The Cure, con obras maestras elegíacas y melancólicas que están llenas de melodía, matices y atmósfera.

Abriendo con “Alone” y sus imágenes apocalípticas, el paso del tiempo y la naturaleza temporal de la existencia y la permanencia están por todas partes en este álbum.
La pista es el primer single del álbum, con siete minutos de melancolía latente, en una canción que entiende que la música existe más allá de las limitaciones de los medios, que flota en su propio éter en el siglo XXI y existe en sus propios términos emocionales.

Un inicio perfecto que, como todas las canciones, se nutre de su larga introducción que exige paciencia mientras te arrastra hacia su remolino emocional.

Esto se afirma en la canción “Nothing is Forever”, que se basa en el concepto filosófico de la “impermanencia”, que refiere a que todo está en constante cambio y que nada es verdaderamente permanente.

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“A Fragile Thing” trata sobre la fragilidad del amor y el final inevitable: un espacio emocional opuesto al rictus de sonrisa de la mayor parte de la música pop. Aunque, seamos sinceros, esto es música pop en sus propios términos, con no tanto gancho y un rayo de esperanza en sus letras de anhelo de amor hasta el final.
En todas las posturas interminables de la cultura pop, los pilares inspiradores claves, como la existencia misma, siempre regresan al sexo, el amor y la muerte; siendo la música el vehículo para capturarlos.

Luego, “Warsong” es un tema intenso que resulta hipnótico en su oscuridad y arrepentimiento, ya que la voz de Robert está llena de emoción y desesperación mientras canta maravillosamente sobre las relaciones y, tal vez, también pueda extrapolarse como banda sonora del caos interminable del mundo en general y la necesidad humana de luchar que nos impulsa tanto como la necesidad de ser queridos.

Cerrando este bloque, escucharemos “Drone Nodrone”, un tema que está impulsado por los acordes de bajo de Simon Gallup y de alguna manera hace un guiño al primer Cure, con el tipo de coro que convirtió a “Killing An Arab” en el primer crossover de pop/noir de la banda.

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“I Can Never Say Goodbye” es el corazón del álbum, una canción llena de la desesperación y angustia de ver morir a un ser querido frente a ti, con la consiguiente cuenta regresiva de las respiraciones combinadas con los inevitables temblores y luego la extraña paz, además del vacío de la muerte a medida que la vida se apaga en una persona cercana.
Musical y líricamente, la canción captura ese momento en el que alguien que alguna vez estuvo tan vivo y vibrante, tal vez como el hermano mayor de Robert, se nos va.
Es un material desgarrador construido en torno a las nuevas habilidades de Robert como pianista clásico y una canción de cruda honestidad emocional y poder que parece ser en lo que The Cure se ha pasado décadas trabajando.
Finalmente, nos enfrentamos a nuestra propia mortalidad mientras los relojes avanzan.

Algunos de los mejores momentos del álbum son cuando la banda descomprime su sonido y los recalibra en un orden diferente.
“All I Ever Am” es otro exquisito viaje de instrumentación marca de la casa, con el bajo tocando una línea solista inspirada, el solo de guitarra infinito, un sintetizador de cuerdas que guía la canción y el ritmo de la batería más destacado del álbum, en una excelente muestra de tensión y liberación.
Probablemente mi canción favorita de Songs Of A Lost World.

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He leído alguna reseña que afirma que “Endsong” es quizás la pieza más sombría de poesía de la cultura pop desde Ian Curtis y Joy Division.
Puede ser exagerado, pero hay un buen punto ahí.
Un ritmo de batería in crescendo en una canción que se lamenta por el fin de todo y la sombría muerte.
Así que se hace imposible no recordar a la legendaria banda de Manchester, si bien el solo de guitarra de Reeves Gabriel le termina dando otro vuelo en el final.
Es el final lógico de un álbum que trata sobre una época turbulenta en la vida de Robert Smith.

Y es que Songs Of A Lost World es una obra que nos transporta a la era “Disintegration”, con esas canciones con ambientes etéreos, mucha cuerda, batería pesada y bajo en primer lugar.
Tiene esa parte del álbum, no así la parte pop.
Es mucho más “Plainsong” o “Pictures of You”, incluso alguna recuerda a Fascination Street, que a la parte más pop.
De hecho, tiene casi cero gancho pop.
No hay ninguna “Lullaby” o “Lovesong”.

Parece un disco salido al poco tiempo del de 1989, algún mal nacido dirá que parecen descartes del “Disintegration”.
Sin embargo, suena actual y adecuado para un mundo en permanente caos.

Songs Of A Lost World es un trabajo impresionante que bien podría una propia canción final, pero esperemos que el viaje The Cure tenga más aventuras por venir.