En el verano mexicano de 1940 un agente enviado por Stalin, Ramón Mercader, terminó con la vida de León Trotsky, era el 21 de agosto. La noticia ocupó la primera plana de todos los diarios del mundo. Al mismo tiempo que el régimen nazi planeaba atacar a la Unión Soviética, Stalin festejaba cómo una victoria militar haber eliminado a su último gran opositor. La revolución se devoraba a uno de sus hijos más brillantes.
León Trotsky, Lev Davídovich Bronstein, nació en una zona rural de Ucrania en 1879, fue uno de los principales dirigentes de la revolución rusa de 1917, de la Unión Soviética y del famoso Ejército Rojo hasta que Stalin decidió eliminar a todo posible líder que se opusiera a su poder. En 1929 Trotsky fue obligado a exiliarse en Turquía, Francia, y Noruega mientras sus familiares más cercanos eran aniquilados uno a uno. Las diferencias entre Stalin y Trotsky habían comenzado cuando el primero sucedió en 1924 a Lenin. Las misiones preparadas para eliminar a Trotsky en tierra Mexicana fueron tres. Actuaron cada una por su lado sin conocerse y dieron vida a la llamada Operación Pato. 

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