En la predicación de hoy nuestro pastor nos comparte su visión de lo que debería ser el ministerio cristiano, recalcando la importancia de predicar y enseñar el Evangelio como función primordial de un ministro cristiano.
Pablo, como ejemplo, priorizó su vocación de predicar sobre otras tareas como fundar iglesias y escribir cartas. La tradición protestante ha subrayado históricamente la importancia de enseñar y predicar la Palabra. El púlpito siempre ha ocupado un lugar destacado en el culto protestante, y el pastor ha continuado la tradición académica de centrarse en el conocimiento, la reflexión y el estudio. Sin embargo, en muchas iglesias de hoy, el púlpito ha sido sustituido por una plataforma de alabanza, y el estudio y la reflexión profundos han sido reemplazados por mensajes simplificados o experiencias personales. Esta devaluación del ministerio pastoral y cristiano exige que las iglesias valoren la centralidad de la predicación del Evangelio dentro y fuera de sus comunidades, apoyen a sus pastores y maestros, y les proporcionen los mejores recursos como parte de su compromiso y fe en el Señor.
Para el pastor, el ministerio no debe ser un medio para enriquecerse, sino una oportunidad para mantenerse fiel a la vocación recibida del Señor en aras del Evangelio.

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