Escuchar "En Armonía con el Infinito 07."
Síntesis del Episodio
ionen.
Si es siniestra la índole de vuestros pensamientos, tal vez sea que inconscientemente
y por grados os hayáis puesto en conexión con ellos. Es necesario entonces que os volváis
como niños, retrocediendo a la edad de los placenteros, inocentes y sencillos
pensamientos. Las jubilosas mentes de un tropel de chiquillos entregados al juego atraen
sin darse ellos cuenta una corriente de gozosos pensamientos. Aislad a un niño, privadle
de la compañía de los demás y pronto le asaltará la melancolía y no tendrá aliento para
moverse, pues quedará separado de aquella corriente y fuera de su elemento. Necesitáis,
por lo tanto, atraer de nuevo la corriente de pensamientos placenteros de la cual os
apartasteis gradualmente. Si estáis demasiado serios y tristes o preocupados por graves
negocios de la vida, podréis estar alegres y contentos con sólo volveros sencillos e
ingenuos como niños. Podréis prosperar en vuestros negocios llevándolos con la misma
tranquilidad que si no os ocuparais en ellos. Nada hay de efectos tan nocivos como una
continua propensión a la gravedad y tristeza, y muchos que por largo tiempo se
mantuvieron en tal estado de ánimo, llegaron a no experimentar alegría por algo.
A los dieciocho o veinte años empiezan a desviarse las placenteras inclinaciones de
la pubertad. La vida ofrece ya más grave aspecto. Entráis en los negocios y quedáis más o
menos envueltos en sus cuidados, vacilaciones y responsabilidades. Vuestro ánimo
comienza a estar apesadumbrado o inquieto, y de tal modo llegáis a preocuparos de los
negocios, que por atender a ellos os falta tiempo para el recreo y el descanso. Si tratáis
con gente rutinaria, os empaparéis de sus rutinarias ideas y de sus mecánicos modos de
pensar, aceptando todos sus errores como si fuesen certidumbres. Así daréis entrada en
vuestra mente a una pesada y embarazosa serie de pensamientos que os arrastrarán
inconscientemente. Estos pensamientos se materializan en vuestro cuerpo, porque los
sentidos físicos son como un depósito o cristalización de los elementos invisibles que de la
mente fluyen al organismo. Van pasando así los años hasta que notáis que vuestros
movimientos son tardos y pesados, y con dificultad podéis trepar a un árbol a los cuarenta.
Durante todo este tiempo vuestra mente ha ido enviando al cuerpo los pesados y rígidos
Si es siniestra la índole de vuestros pensamientos, tal vez sea que inconscientemente
y por grados os hayáis puesto en conexión con ellos. Es necesario entonces que os volváis
como niños, retrocediendo a la edad de los placenteros, inocentes y sencillos
pensamientos. Las jubilosas mentes de un tropel de chiquillos entregados al juego atraen
sin darse ellos cuenta una corriente de gozosos pensamientos. Aislad a un niño, privadle
de la compañía de los demás y pronto le asaltará la melancolía y no tendrá aliento para
moverse, pues quedará separado de aquella corriente y fuera de su elemento. Necesitáis,
por lo tanto, atraer de nuevo la corriente de pensamientos placenteros de la cual os
apartasteis gradualmente. Si estáis demasiado serios y tristes o preocupados por graves
negocios de la vida, podréis estar alegres y contentos con sólo volveros sencillos e
ingenuos como niños. Podréis prosperar en vuestros negocios llevándolos con la misma
tranquilidad que si no os ocuparais en ellos. Nada hay de efectos tan nocivos como una
continua propensión a la gravedad y tristeza, y muchos que por largo tiempo se
mantuvieron en tal estado de ánimo, llegaron a no experimentar alegría por algo.
A los dieciocho o veinte años empiezan a desviarse las placenteras inclinaciones de
la pubertad. La vida ofrece ya más grave aspecto. Entráis en los negocios y quedáis más o
menos envueltos en sus cuidados, vacilaciones y responsabilidades. Vuestro ánimo
comienza a estar apesadumbrado o inquieto, y de tal modo llegáis a preocuparos de los
negocios, que por atender a ellos os falta tiempo para el recreo y el descanso. Si tratáis
con gente rutinaria, os empaparéis de sus rutinarias ideas y de sus mecánicos modos de
pensar, aceptando todos sus errores como si fuesen certidumbres. Así daréis entrada en
vuestra mente a una pesada y embarazosa serie de pensamientos que os arrastrarán
inconscientemente. Estos pensamientos se materializan en vuestro cuerpo, porque los
sentidos físicos son como un depósito o cristalización de los elementos invisibles que de la
mente fluyen al organismo. Van pasando así los años hasta que notáis que vuestros
movimientos son tardos y pesados, y con dificultad podéis trepar a un árbol a los cuarenta.
Durante todo este tiempo vuestra mente ha ido enviando al cuerpo los pesados y rígidos
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