Ningún otro realizador con una filmografía tan escasa (tan solo 13 películas en 46 años de carrera) abordó tantos géneros, creando escuela en cada uno de ellos. Marcó un antes y un después en el cine negro con 'Atraco perfecto'. Sacó a la cienci ficción de los programas de serie B y le otorgó mayoría de edad con '2001: Una odisea en el espacio' y elevó a la categoría de arte las películas de romanos gracias a 'Espartaco'. Originalidad y perfeccionismo eran su fórmula, y sus películas nunca dejaban indiferente al espectador. Kubrick dio su sello personal al cine de terror ('El resplandor'), al histórico ('Barry Lyndon') y al drama pasional ('Lolita'); retrató como nadie la paranoia de la guerra fría en '¿Teléfono rojo? Volamos hacia Moscú'; anticipó el nihilismo y la violencia punk con 'La naranja mecánica' y levantó su particular monumento al anti belicismo con sus dos películas de guerra: 'Senderos de gloria' y 'La chaqueta metálica'.
Sus películas fueron su rostro y su voz, su imagen pública, porque el enigma humano que se ocultaba tras el artista (fallecido hace veinte años) se lo llevó con él a la tumba.

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