Predicar la palabra de Dios es un gran reto y responsabilidad, cuando se predica, los que escuchan son afectados por gran cantidad de obstáculos: falta de interés, desatención, cansancio, razonamientos constantes, distracciones continuas, preguntas sobre la fe, tedio, aburrimiento y más; para un conferencista, expositor ó orador político es diferente: puede venir de una cruel cruda la noche previa, tener sexo desenfrenado esa noche, tener una fuerte discusión de negocios o con la esposa e hijos, o amigos y en el momento de la exposición, de la conferencia, del discurso político, tiene un gran éxito, elogios, felicitaciones.

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