¡Conviértete y cree!

23/01/2024 14 min
¡Conviértete y cree!

Escuchar "¡Conviértete y cree!"

Síntesis del Episodio

Evangelio de hoy: Escuchamos que se decía "Arrepiéntanse y crean en el Evangelio, el reino de Dios está cerca". Es el inicio del Evangelio de San Marcos, el primer capítulo. "Arrepiéntanse, conviértanse". La palabra hebrea para arrepentirse, convertirse, es una palabra muy fácil de aprender. En la misa de niños, los niños estaban felices repitiendo la palabra. Es muy difícil, "sh, sh", se la aprendieron. Entonces, Jesús les decía a los demás: "Arrepiéntanse". Qué les decía, los niños empezaron: "Shuv, Shuv, Shuv" la misa de niños. Y les dije: "A ver, dile a la persona que está al lado tuyo, arrepiéntete en hebreo, a ver, díselo"."Arrepiéntete". La antigüedad, la primera lectura nos hablaba de un pueblo que se arrepintió, el pueblo de Nínive. Es la historia de Jonás. Jonás, la palabra Jonás significa "Paloma" y es el mensajero de Dios para el pueblo de Nínive. Una paloma siempre es un mensaje de paz. La historia de Jonás es complicada. Jonás había vivido en un momento en que Nínive era una ciudad muy poderosa, era la capital del que en ese momento era el Imperio más grande, Asiria. Y Nínive era la ciudad más grande del mundo en ese momento. Pero la misión de Jonás era profundamente difícil, anunciar la conversión a Nínive. Si se convertían, se salvaban. ¿Por qué era tan complicada esta misión?En más de una ocasión, he explicado que el pueblo de Israel se dividió en dos partes, el reino del Norte con 10 tribus, el reino del Sur con dos. El reino de Judá se llamaba Judá y su capital era Samaria, perdón, Jerusalén. El reino del Norte tenía 10 tribus y su capital era Samaria. ¿Por qué la misión de Jonás era tan difícil para él? Porque los ninivitas, los asirios, masacraron al pueblo de Israel, lo destruyeron completamente. Por eso se habla de las tribus perdidas de Israel, es decir, no perdidas sino masacradas, y masacradas por Nínive. Por eso, cuando Dios manda a Jonás a predicar, él no quiere hacerlo, y menos quiere anunciarles la paz y la conversión, la salvación.En el Antiguo Testamento, la idea de "sh" era esta: vas en un camino y ese camino te va a llevar al desfiladero. Tienes que "Shuv", es decir, regresa por tus propios pasos, no sigas ese camino. En el Antiguo Testamento, eso significaba renuncia, esfuerzo y tristeza. Los ninivitas, cuando escucharon el mensaje de conversión, quedaron conmovidos. Que un profeta judío les anunciara la salvación, se convirtieron, se salvaron. La idea entonces era: si tú te conviertes, te vas a salvar. Pero Jesús, en el Evangelio de hoy, nos enseña algo distinto, que "sh" es libertad y alegría, no es algo regresivo, sino progresivo. A veces pensamos que convertirnos es renunciar a algo, es herir nuestros anhelos, y no es así. Es libertad, es crecimiento. Jesús va a decir: "Fíjense, conviértanse, el reino de Dios ya está cerca". El reino de Dios es Jesús. Es "conviértete", no para ser salvado. "Conviértete" porque ya estás salvado. Cree porque la salvación ha venido a ti. ¿Quién es la salvación? Jesús de Nazaret. No es "conviértete" para ser salvado, "conviértete" porque ya estás salvado. Conviértete y cree. Convertirse es creer. Conviértete creyendo. Creer es una adhesión enorme que hace el hombre a Dios. Hay mucha gente que se opone a creer en Dios porque dicen: "Mi mente, mi libertad es coaccionada si creo". Y no es cierto. La mente humana ha sido hecha para creer en Dios.La semana pasada les hablaba de la bendición de los animalitos. Cuál es el fin más grande de la mente humana: conocer a Dios. ¿Saben qué es lo que más nos distingue de los animalitos? Que el animalito jamás podrá conocer a Dios, su mente, su espíritu, no tienen esa capacidad de conocerlo. Nosotros sí. El punto más alto de la mente humana, del espíritu, es conocer a Dios, amarlo, que sea parte de nuestra vida, dialogar con Él. La mente humana, la razón humana, fue creada para conocer a Dios. Somos los únicos seres en este mundo capaces de conocer a Dios. Todo lo demás, toda la creación, venera a Dios sin conocerlo, viviendo, existiendo. Pero solo nosotros tenemos que hacer el ejercicio, la adhesión para conocer y creer en Dios. Es más, la mente fue creada para conocer a Dios. Pero cuando conoce a Dios, es elevada en lo más profundo y lo más alto que puede alcanzar. Por eso, pídele a Dios creer, convertirte, estar cerca de Él. A veces no encontramos cómo. San Bernardo de Claraval, un místico que les he platicado mucho, muchas veces decía: "Yo lo que me falta, lo usurpo del costado de Cristo. Necesito paz, la robo de la cruz de Cristo. Necesito fe, la usurpo de la cruz de Cristo. Yo usurpo del costado de Cristo aquello que le hace falta: mi fe". Vemos la valentía, por ejemplo, en el Evangelio de hoy, de los Apóstoles. Dios, Jesús, les dice: "Ven y sígueme". Y ¿qué hacen? Dejan las redes, van detrás de Él sin dudarlo. Si a mí me falta esa fe, se la pido a Cristo crucificado. De ahí me viene la fuerza espiritual. El mismo Evangelio, en el Evangelio de Mateo, en el capítulo 11, versículo 12, tiene una cita que me encanta: "El reino de los cielos exige violencia y solo los violentos lo conquistan". Es decir, solo aquellos que tienen el carácter de abrirse, de buscar, de conquistar, de usurpar el reino, la fe, aquellos que ponen toda su vida en ello.El apunte que me trajeron son los pensamientos de una persona que vivió una conversión, se llama Paul Claudel. Paul Claudel es un gran poeta, alguien lo ha leído, se lo recomiendo, extraordinario poeta del siglo pasado. Él era ateo, un joven destacado en la poesía desde muy, muy temprana edad. Cuando era joven, lo invitaron a la misa de Navidad en Notre Dame. Él, que era poeta, dijo: "Voy a ir porque estoy seguro de que en la belleza de Notre Dame, en los cantos gregorianos, voy a encontrar inspiración para poemas nuevos". Escribió esto del momento de su conversión: "Fui a Notre Dame de París para asistir a los oficios de Navidad. Yo no creía en nada, pero me parecía que las ceremonias católicas encontraría inspiración para escribir algo. Los niños del coro, vestidos de blanco, estaban cantando lo que después supe que era el cántico de María, el Magníficat. Entonces fue cuando se produjo el acontecimiento que ha dominado toda mi vida. En un instante, mi corazón fue tocado y creí. Creí con tal fuerza de adhesión, con tal agitación de todo mi ser, con una convicción tan fuerte: Dios existe, está ahí, es alguien, es un ser personal como yo, me ama, me llama". La misma noche de ese memorable día de Navidad, tomé una Biblia y, por primera vez, escuché el acento tan dulce y a la vez tan inflexible de la Sagrada Escritura que ya nunca ha dejado de resonar en mi corazón. "Conviértete y cree". San Agustín, este hombre buscador de Dios, un día escribió: "Si un día, en su búsqueda, a Dios si un día me vas a transformar, si un día me vas a hacer santo, si un día me voy a convertir, ¿por qué no hoy?". Yo les diría lo mismo. Si un día Dios va a transformar tu vida, ¿por qué no hoy? Digámosle lo mismo a Cristo en silencio. "Sea un día me vas a hacer santo, si un día me vas a transformar en santo".

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