VIVAMOS CONFORME A LA PALABRA DE DIOS

Cada una de las naciones del mundo, tienen un amplio conjunto de leyes que las rige. Estas leyes tratan de regular la convivencia armónica entre los ciudadanos, pero muchas veces, estas leyes no son conocidas por los habitantes de la nación, por eso, frecuentemente son quebrantadas por ignorancia, pero la ignorancia, no exime de recibir el castigo al infractor. El conocimiento de las leyes de la nación y las consecuencias de quebrantarlas, posiblemente reducirían en gran porcentaje las infracciones, pues los ciudadanos tratarían de vivir bajo el cumplimiento de las leyes de su nación. A medida que aprendemos las leyes, tratamos de aplicarlas en la cotidianidad de nuestras vidas, pues el cumplimiento de ellas, nos libera de cualquier posible problema con la justicia. Aplicar lo que se va aprendiendo es importante, no solo en la vida terrenal, sino también en la vida espiritual. Esto nos da a conocer el salmista: “A medida que aprendo tus justas ordenanzas, te daré las gracias viviendo como debo hacerlo.” Salmos 119:7 NTV.

Al igual que la vida terrenal, la vida espiritual está regida por normas, leyes y ordenanzas decretadas por el eterno Creador. Todo este conjunto de decretos, ayudan al hombre a apartarse del pecado y vivir en conformidad a la voluntad de Dios. Hay muchos hombres que desconocen estos decretos Divinos, y por esa ignorancia los quebranta con frecuencia. Pero también hay hombres que conocen el contenido de las leyes Divinas, pero aun así las quebrantan, sin importar las consecuencias que les pueden acarrear esta infracción. Conocer la Palabra de Dios y no aplicarlas en la cotidianidad de la vida, es una falta muy grave que será juzgada por el eterno Creador en el final de los tiempos.

A medida que vayamos aprendiendo la palabra de Dios, debemos irla aplicando en nuestras vidas cotidianas, pues la palabra de Dios, nos reconforta, nos alienta, nos llena de felicidad, nos libera de la condenación, y sobre todo nos ayuda a tener una adecuada comunión con nuestro Señor. La aplicación de la palabra de Dios en nuestra vida, es la única forma en que nosotros podemos agradecer a Dios, por habernos rescatado y liberado de la condenación eterna. Reflejemos con nuestras vidas que realmente somos hijos de Dios, testifiquemos con nuestras vidas, siendo una luz en medio de las tinieblas de este mundo pecador.

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