VISTÁMONOS CON LA ARMADURA DE DIOS.

En momentos de conflictos bélicos entre naciones, los comandantes de los ejércitos convocan a los ciudadanos de su nación para que se alisten en el ejército. Una vez que el ejército está conformado, preparan a los soldados para la batalla con estrategias de guerras. Cuando el ejército está preparado y listo para la batalla, les envían al campo de batalla equipándoles con trajes especiales, escudos y armamentos para que no sean presa fácil para sus enemigos.

Un ejército equipado y bien armado difícilmente será derrotado. De la misma manera que los soldados se preparan y se equipan para la batalla, el apóstol Pablo pide a los seguidores de Cristo Jesús que se preparen y se equipen para la batalla contra las huestes espirituales: “Pónganse toda la armadura de Dios para poder mantenerse firmes contra todas las estrategias del diablo”. Efesios 6:11 NTV.

La armadura que nos ha provisto el Señor debería ser nuestra vestimenta diaria durante toda nuestra vida terrenal. Ya que esta armadura es nuestro sistema de defensa espiritual, y es necesaria para que nos mantengamos firmes en nuestra posición mientras nos encontramos bajo los ataques de Satanás y sus huestes celestiales. Los ataques del enemigo son reales y tiene varias estratagemas para tratar de debilitarnos y desviarnos de nuestro camino de la salvación y la vida eterna.

Satanás en su astucia utiliza el desaliento, la frustración, la confusión, los fracasos morales y los errores doctrinales. Él conoce cada uno de nuestros puntos más débiles y apuntará hacia ellos. Si no puede inutilizarnos mediante un método, inmediatamente intentará otro, no se quedará tranquilo hasta hacernos caer. Para resistir a estos ataques, no será suficiente con una o dos piezas de la armadura, debemos vestirnos con la totalidad de la armadura que Dios nos ha provisto, sólo así nos mantendremos invulnerables a cualquiera de los ataques de nuestro enemigo.

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