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Síntesis del Episodio
SANTIFICACIÓN COMPLETA
Es un error creer que en sus fuerzas los creyentes pueden mantener su vida completamente apartadas del pecado, o creer que pueden mantener sus vidas en estrecha comunión con Dios, mediante la oración, el estudio de su Palabra y el servicio con los dones y talentos que han recibido. Los creyentes no pueden hacer nada de esto en sus propias fuerzas, necesitan sí o sí de la ayuda de Dios, porque Él es la fuente de la fuerza, la sabiduría y el poder del creyente para que pueda llevar una vida de santidad, libres de la maldad y el pecado. Para poder mantenerse en santidad, los creyentes deben extender su clamor a Dios, algo similar a la oración ferviente que hizo el apóstol Pablo por los creyentes de la iglesia de Tesalónica: “Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser - espíritu, alma y cuerpo - irreprochables para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:23 NVI.
La santidad o santificación no se obtiene automáticamente tras la conversión a Cristo, es un proceso continuo que llegará a su final cuando el creyente esté finalmente en la presencia de Dios. Por eso mientras no llegue a la presencia del Padre Eterno, el creyente debe perseverar en oración para que Dios le de la fuerza necesaria y así mantenerse libre de las tentaciones y placeres de este mundo. Dios es la fuente de las bendiciones espirituales de sus hijos, por eso es Él único que les puede capacitar para que se mantengan santos en todo su ser, y así cuando Jesucristo regrese a llevarlos a su Reino, los encuentre totalmente libres de toda mancha de pecado.
Es un error pensar que se puede separar la vida espiritual de todo lo demás, obedeciendo a Dios sólo en algunos sentidos etéreos o viviendo para El sólo un día a la semana. El Señor no solo está preocupado de la santidad espiritual de sus seguidores, sino de todo su ser, esto incluye su alma y su cuerpo. El creyente no puede llevar una vida separada de su espíritu, alma y cuerpo mientras esté en este mundo, estos tres aspectos del ser del creyente son inseparables, por eso debe tratar de mantenerse totalmente santo en todo su ser. Porque el espíritu es la vida de su relación con Dios, el alma es su personalidad humana y el cuerpo es por medio del cual actúa y se expresa a sí mismo.
Aunque la vida cristiana demanda un esfuerzo humano, pero en un análisis final, todo depende de Dios mismo que es fiel. Solo por medio de Él los creyentes pueden llevar una vida santa hasta el regreso de Cristo Jesús. Teniendo presente esto, los creyentes deben perseverar en oración, pidiendo a Dios que les mantenga libre de todas las tentaciones de este mundo, y así mismo dándoles el deseo de mantenerse involucrados siempre en las cosas espirituales.
Es un error creer que en sus fuerzas los creyentes pueden mantener su vida completamente apartadas del pecado, o creer que pueden mantener sus vidas en estrecha comunión con Dios, mediante la oración, el estudio de su Palabra y el servicio con los dones y talentos que han recibido. Los creyentes no pueden hacer nada de esto en sus propias fuerzas, necesitan sí o sí de la ayuda de Dios, porque Él es la fuente de la fuerza, la sabiduría y el poder del creyente para que pueda llevar una vida de santidad, libres de la maldad y el pecado. Para poder mantenerse en santidad, los creyentes deben extender su clamor a Dios, algo similar a la oración ferviente que hizo el apóstol Pablo por los creyentes de la iglesia de Tesalónica: “Que Dios mismo, el Dios de paz, los santifique por completo, y conserve todo su ser - espíritu, alma y cuerpo - irreprochables para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” 1 Tesalonicenses 5:23 NVI.
La santidad o santificación no se obtiene automáticamente tras la conversión a Cristo, es un proceso continuo que llegará a su final cuando el creyente esté finalmente en la presencia de Dios. Por eso mientras no llegue a la presencia del Padre Eterno, el creyente debe perseverar en oración para que Dios le de la fuerza necesaria y así mantenerse libre de las tentaciones y placeres de este mundo. Dios es la fuente de las bendiciones espirituales de sus hijos, por eso es Él único que les puede capacitar para que se mantengan santos en todo su ser, y así cuando Jesucristo regrese a llevarlos a su Reino, los encuentre totalmente libres de toda mancha de pecado.
Es un error pensar que se puede separar la vida espiritual de todo lo demás, obedeciendo a Dios sólo en algunos sentidos etéreos o viviendo para El sólo un día a la semana. El Señor no solo está preocupado de la santidad espiritual de sus seguidores, sino de todo su ser, esto incluye su alma y su cuerpo. El creyente no puede llevar una vida separada de su espíritu, alma y cuerpo mientras esté en este mundo, estos tres aspectos del ser del creyente son inseparables, por eso debe tratar de mantenerse totalmente santo en todo su ser. Porque el espíritu es la vida de su relación con Dios, el alma es su personalidad humana y el cuerpo es por medio del cual actúa y se expresa a sí mismo.
Aunque la vida cristiana demanda un esfuerzo humano, pero en un análisis final, todo depende de Dios mismo que es fiel. Solo por medio de Él los creyentes pueden llevar una vida santa hasta el regreso de Cristo Jesús. Teniendo presente esto, los creyentes deben perseverar en oración, pidiendo a Dios que les mantenga libre de todas las tentaciones de este mundo, y así mismo dándoles el deseo de mantenerse involucrados siempre en las cosas espirituales.
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