NO TESTIFIQUEMOS FALSAMENTE.

En este mundo lleno de maldad, las personas que testifican falsamente contra su prójimo, con frecuencia se salen con la suya. Por eso, muchas personas no tienen temor de acudir a los tribunales y jurar en el nombre de Dios que solo van a decir la verdad, aunque en su corazón y mente saben que solo pronunciaran mentiras para favorecerse a sí mismos o a un amigo en particular.

Al igual que estas personas, muchas veces los cristianos con el afán de ayudar a un amigo, testificamos en su favor, sin tener el conocimiento verdadero de la situación. Testificamos a favor de nuestros amigos, pues pensamos que le estamos ayudando y que nuestras mentiras no van a lastimar a nadie. Tal vez nuestro perjurio en realidad no lastime a nuestro prójimo, pero la mentira siempre va a lastimar a alguien y ese alguien, siempre será aquel que comete el perjurio. Y precisamente el escritor del proverbio lo aclara: “El testigo falso no quedará sin castigo, y el mentiroso será destruido.” Proverbios 19:9 NTV.

El escritor del proverbio es bien claro en cuanto al destino de los testigos falsos y mentirosos. Pues Dios en su palabra determina que la persona que testifique falsamente será castigada con su destrucción. Pese a que los testigos falsos se salgan con la suya en este mundo delante de los hombres, finalmente cuando llegue el fin de los tiempos, llegará el juicio divino sobre ellos.

Dios en el día de su ira, castigará a todas las personas que cometan perjurio sin importar si su mentira haya o no haya lastimado a alguien en particular. Para no ser castigados por nuestras palabras, es mejor que nos apartemos de la tentación de testificar falsamente en favor de nuestros amigos. Mejor es que resguardemos primero nuestras propias vidas delante de Dios, antes que resguardar la vida de nuestros amigos delante de los hombres.

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