DOMINIO SOBRE LA LENGUA

En un principio, Dios creó una diversidad de animales para que convivan en paz y armonía con los hombres. Pero cuando ingresó la maldad a este mundo, la paz y armonía reinante entre los animales y el hombre se destruyó. Al igual que el hombre, algunos animales cambiaron en su comportamiento, y ya no eran tan amistosos como al momento de la creación, sino que poco a poco empezaron a utilizar su fuerza en contra de otros animales, y contra el hombre mismo. Pero pese a la fuerza de algunos de estos animales, con el pasar de los tiempos, el hombre poco a poco empezó a tener nuevamente dominio sobre ellos. El hombre pese a que ha podido nuevamente ejercer dominio sobre toda clase de animales salvajes grandes y pequeños, no ha podido ejercer dominio sobre su lengua, tal como nos da a conocer el apóstol Pablo: “El hombre es capaz de dominar toda clase de fieras, de aves, de serpientes y de animales del mar, y los ha dominado; pero nadie ha podido dominar la lengua. Es un mal que no se deja dominar y que está lleno de veneno mortal.” Santiago 3:7-8 DHH.

Aunque no lo parezca, es un hecho real y evidente que la lengua tiene un poder destructor asombroso, pues con una palabra que pronuncie, puede acabar con la autoestima de una persona. Si ese efecto tiene con una sola palabra que pronuncia, el efecto de muchas palabras será algo más destructor todavía. La lengua con sus palabras bien articuladas puede llegar a destruir toda una civilización humana. En la actualidad se puede observar a personas dominar leones, buitres, serpientes, tiburones, y así, toda clase de animales que caminen en la tierra o se arrastren sobre ella, o vuelen por los cielos, o naden en las profundidades del mar, pero ninguna de estas personas ha podido ejercer dominio sobre una parte pequeña de su cuerpo, que es la lengua. Este órgano, pese a ser tan pequeño, no ha podido ser domada por el hombre desde que el pecado ingresó a este mundo, y desde entonces, ha venido esparciendo su veneno mortal generación tras generación.

El hecho de que la lengua no pueda ser dominada fácilmente, no significa que sea algo imposible de hacerlo. Dominar la lengua es algo posible, pero no en las fuerzas del hombre sino en las fuerzas de Dios. Nuestro amado Padre Celestial ejerce dominio sobre toda la creación, inclusive sobre nuestra lengua, por eso para poder tener dominio sobre nuestra lengua debemos pedir su ayuda. Él en su fidelidad nos dará la fortaleza y la capacidad necesaria para tener ese dominio, y así las palabras que pronuncie nuestra lengua solo sean palabras de bendiciones. Nuestro Padre celestial por medio de su Santo Espíritu nos dará mayor poder para controlar y supervisar nuestras palabras para que no sean ofensivas, sino edificantes para nuestro prójimo.

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