Verdad: Isaías presenta al Siervo sufriente como una prefiguración del futuro Mesías, que no responde a las expectativas político religiosas de un Mesías, guerrero, poderoso, sino un siervo que con su sufrimiento “justificará a muchos” y cargará con sus delitos. En sintonía con este anuncio, el autor de Hebreos presenta a Jesús como “el sumo sacerdote” que ha afrontado la prueba y el sufrimiento y nos ha abrazado con su misericordia. El evangelio, por su parte, muestra como es el mismo Jesús quien confirma su misión y se describe como el Hijo del hombre que ha “venido a dar su vida” por todos. Los cristianos hemos de recordar siempre que Jesús es el modelo que debemos imitar. Para lograrlo, es necesario hacer consciencia de que la fe no es un simple privilegio, una colección de verdades que debemos cuidar o una práctica de costumbres y tradiciones que debemos cumplir, sino el conocimiento y la aceptación de la misión de Cristo: el servicio. En la respuesta de Jesús a la mamá de los Zebedeos encontramos la clave para entender el seguimiento y la relación con Él. No se trata de estar junto a Jesús, sino en Jesús y bien dispuestos a dar la vida por el Reino. Abrazar la cruz no es fácil, sobre todo para los que nos hemos acostumbrado a vivir un cristianismo sin mayores novedades, sin compromiso ni profundidad.

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