Parroquia María Auxiliadora Boleíta Caracas
Texto de reflexión de la hoja dominical de este domingo
Si hace algunos domingos atrás, el rico de la parábola de Lázaro no tenía nombre, este publicano, en aquel jardín que era Jericó, enriquecido por su trabajo de extorsionador y sanguijuela de sus compañeros israelitas, lo tiene, y se convierte en el modelo de los que, mezquinos hasta de tamaño, son capaces de ponerse sobre sus dos pies y reconocer públicamente sus errores. Jesús lo encontró, lo miró y le cambió la vida. Zaqueo tuvo que pasar por el ridículo, para encontrarse cara a cara con el Maestro, sentado luego a su mesa, una llena de compañeros de rapiña curiosos, que definitivamente se conmovieron hasta percibir también en ellos, que la vida no podía medirse por el cuánto tienes, lo “avispado” que eres para los negocios sucios, ni lo bien que lo pasas cuando todos están desesperados buscando como sobrevivir. Definitivamente Jesús insiste en ponerse del lado de aquél que falla, aquél que no levanta cabeza y se embarra en su propia situación. Hoy nos mira a nosotros que somos la comidilla de este continente, donde los países van cayendo en cascada en los mismos errores que nos han hecho sufrir tanto. Populismos desgastados y claramente inútiles que deberían devolverles cuatro veces, lo robado a sus pueblos. ¡Qué mesa tan apropiada, la de los medios de comunicación, desesperados por encontrarle razones al masoquismo político que parece dar fe a la frase de José Martí, "Pueblo que soporta a un tirano, lo merece"! Hoy nos acercamos también humildemente a Jesús para que venga a comer a nuestra casa, a compartir nuestros dolores y tragedias, a cambiar y a reconciliarnos con nuestra vida ciudadana. ¡Qué esta comida en la que participamos nos de la fuerza para abandonar los oscuros propósitos y demostrar que Dios no pasa en vano a nuestro lado!

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