José comparte su segundo sueño con sus hermanos, y la envidia, que ya ardía en sus corazones, crece aún más. La envidia no solo distorsiona la percepción, también endurece el corazón hasta llevarnos a actuar con injusticia.



Este episodio nos confronta con un sentimiento que suele esconderse en lo profundo, pero que puede destruir relaciones, confianza y propósito. La oración nos ayuda a confesar, purificar y redirigir el corazón.



“El peligro de la envidia” es una advertencia, pero también una invitación a dejar que Dios sane lo que se compara, lo que se amarga y lo que se resiste a alegrarse con el bien ajeno.



Preguntas para reflexión:




¿Has sentido envidia alguna vez por la bendición de otro?



¿Cómo enfrentas esos sentimientos cuando aparecen en tu interior?



¿Qué áreas de tu vida necesitan ser sanadas de comparación?

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