“No sería corresponder debidamente a María, nuestra Mamá querida, sólo invocándola, pidiéndole, venerándola. Es preciso también escucharle a Ella. Amarla de veras y extender este amor a todos sus hijos, nuestros hermanos. Pero además, imitarla -heredar su raza, su genio, su Amor, delicadeza, ternura, firmeza y suavidad, su fe y fidelidad a toda prueba; su Maternidad, asimilando sus entrañas de Madre y el latido de su corazón universal, capaz de caldear todo el hogar del mundo, donde caben todos los hijos de Dios e hijos de María. Su Amor "es paciente, es servicial..., todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, no acaba nunca". (P. Jaime Bonet)

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